jueves, 10 de mayo de 2012

CRIMINOLOGIA - JUAN DIAZ DE GARAYO "EL SACAMANTECAS"


                                        
                                                MILENIO 3 "EL SACAMANTECAS"



“En la misma calle, debajo de la misma piedra. Cuando el niño la levantaba, siempre encontraba dos o tres monedas, con las que se iba a comprar chucherías a la tienda. Y no se lo dijo a nadie. Y cada día, a la misma hora iba y levantaba la piedra. Y un día fue y no volvió. No se le volvió a ver en el pueblo, dicen que se lo llevo un hombre en un saco para sacarle las mantecas…”
María Reina de los Mares


En España, la figura de “El Sacamantecas”, un despiadado asesino que extrae la grasa de sus víctimas para luego venderla, se hizo muy popular en el siglo XIX. La llegada del ferrocarril a la península ibérica, aunada a unas extrañas desapariciones de niños, llevaron incluso a hacer pensar a la asustadiza y supersticiosa población que la grasa utilizada para el mantenimiento de aquellos monstruos de metal era la de los chicos desaparecidos. El caso real más conocido de este tipo de personajes fue el de Juan Díaz de Garayo y Argandoña, quien terminó siendo conocido como "El Sacamantecas". Era un campesino, un labrador que se convirtió en el asesino en serie más importante de España en el siglo XIX.



Juan Díaz de Garayo


Díaz de Garayo vivió en la provincia de Álava durante la segunda mitad del siglo XIX y cometió seis crímenes entre 1870 y 1879, todos ellos contra mujeres. Descrito como un ser amorfo y desproporcionado, con un enorme cráneo y una nariz aguileña, Garayo se convirtió en la pesadilla de toda una región tras sus primeros asesinatos. Nadie dormía tranquilo pensando en los ataques de un personaje que, según cuentan las crónicas, aparecía y desaparecía entre las sombras con una pasmosa facilidad. La primera víctima, prostituta de profesión, murió asfixiada entre las garras del asesino; fue violada post mortem y destripada. La segunda, habiendo pasado más de un año, sufrió de espantosas torturas antes de ser asesinada. La tercera desafortunada fue una niña de trece años, a la que Garayo condujo hasta un bosque para darle muerte y posteriormente violar su cadáver, tras lo cual le extrajo la grasa del cuerpo. La cuarta fue otra prostituta a la que clavó un punzón repetidas veces en el pecho para, posteriormente, hacerla correr la misma suerte que a sus otras victimas.



El quinto y el sexto asesinato llegarían casi juntos, siendo los más brutales. Basados en la escena del crimen, los policías aseguraban que el mismo asesino huyó asqueado por lo que había hecho: Garayo extrajo otra vez la grasa de dos niñas para utilizarlo como combustible y como ingrediente de cocina. De inmediato, la gente aseguró que se trataba del criminal utilizado para asustar a los niños; fue así como se le empezó a conocer como “El Sacamantecas”. Por cierto, en los expedientes del caso se conservan numerosos testimonios de mujeres y niñas asaltadas que pudieron zafarse en el último instante.



El Garrote Vil donde Garayo fue ajusticiado


Un hecho insólito fue el que permitió dar fin a semejante carnicería. Garayo se derrumbó ante una niña que, sin haberle visto jamás y horrorizada ante su aspecto, exclamó que bien podría ser “El Sacamantecas”. Cuando confesó sus crímenes, se mostró horrorizado ante todos ellos y alegó haber actuado a instancias del mismo Diablo, quien, aseguraba, se le había aparecido en su cuarto poco antes del primer crimen. Juan Díaz de Garayo fue declarado responsable de sus actos y ajusticiado en el garrote vil; pero su siniestra sombra se alarga hasta la fecha, cuando aún las madres españolas siguen haciendo uso de “El Sacamantecas” para asustar a sus hijos.

Fuente: Escrito con Sangre.

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