viernes, 16 de agosto de 2013

CRIMINOLOGIA - ALBERT FISH "EL VAMPIRO DE BROOKLYN"


                                  
                    PASAJES DEL TERROR "ALBERT FISH- EL OGRO DE NUEVA YORK"




Albert Fish: "El Vampiro de Brooklyn"



“La asfixié hasta matarla. Luego la corté en pequeños pedazos para poder llevar la carne a mi lugar. Guisé su rico y delicioso trasero. Me tardé nueve días en consumir todo su cuerpo”.
Carta de Albert Fish a la madre de su víctima


Albert Fish nació bajo el nombre de Hamilton Fish el 19 de mayo de 1870 en Washington D.C.(Estados Unidos). A los cinco años muere su padre, así que su madre lo interna en un orfanato mientras ella trabaja para mantenerse. Expuestos los niños a constantes maltratos y abusos, Fish anhelaba que llegara la hora del castigo. Desde ese momento era ya un pequeño masoquista. Desde dos generaciones anteriores, varios familiares (se dice que siete de parentesco directo) padecían enfermedades psiquiátricas, y un par de ellos terminaron sus días en instituciones mentales. Los reportes de su niñez describen a Fish como un niño problema que cada sábado desaparecía. A los quince años se gradúa de la escuela pública y se cambia de nombre. En 1898 se casa con una muchacha nueve años menor que él; de este matrimonio resultarían seis hijos. Increíblemente, Albert Fish fue un buen padre para ellos, pese a que sus hijos fueron testigos de innumerables actos extraños y bizarros por parte de su padre; sin embargo, éste jamás abusó o golpeó a alguno de ellos. Albert Fish se dedica a pintar y a decorar interiores para ganarse la vida y viaja por 22 estados de la Unión Americana, lugares donde se empleaba temporalmente. Muchas veces era despedido cuando surgían problemas con los niños del lugar.



Fish con sombrero hongo


Fish estaba obsesionado con el dolor; además los niños eran el objetivo de sus perversiones. Los negros eran sus preferidos. Fish declararía que su primer asesinato ocurrió en 1910 en Wilmington, Delaware, cuando despachó a un hombre. Padecía regularmente de alucinaciones y sus hijos lo vieron varias veces subir a una colina cercana a su casa, alzar el puño al cielo a la vez que gritaba “¡Soy Cristo!” Otra de las bizarras conductas de Fish era pedir a sus propios niños y jóvenes vecinos que le dieran de palazos en las nalgas con una tabla especialmente hecha con puntas filosas, hasta que lo dejaran sangrando del trasero. Sus hijos recordarían los extraños juegos que proponía su padre, en los cuales invariablemente perdía y el castigo era que le dieran de palos. Además recopilaba información sobre canibalismo aparecida en libros, periódicos y revistas.



Varias veces fue arrestado por robo y diversos fraudes. Escribía además cartas obscenas a las mujeres que publicaban anuncios clasificados. A Fish le encantaba introducirse trozos de algodón saturados de alcohol en el ano, para luego prenderles fuego. Consideraba edificante clavarse alfileres y agujas en el escroto, el perineo o debajo de las uñas. Los médicos que estuvieron a cargo de la evaluación psiquiátrica de Fish no podían creer lo de los alfileres, pero la famosa radiografía de pelvis que se le tomó confirmó sus declaraciones.



La radiografía de la pelvis llena de agujas de Fish


Para la policía de Nueva York, la desaparición de menores no era un crimen desconocido. En 1927 se había reportado la desaparición de Billy Gaffney en Brooklyn. El 11 de febrero jugaba afuera de su casa con un niño de tres años y cerca estaba otro muchachito de doce años cuidando a una hermana menor, pero este tuvo que entrar a casa al escuchar el llanto de la bebe y al regresar notó la ausencia del par de chicos y le contó al papá del niño mas pequeño. Tras la consabida búsqueda hallaron al pequeño en la azotea del edificio y la pregunta obligada fue "¿Dónde está Billy Gaffney?", a lo que el niño respondió que el Coco se lo había llevado. La descripción dada por el niño era que el Coco se trataba de un viejito de complexión delgada, con bigote y cabello grises. Ese y otros secuestros eran obra de Fish. Pero lo que lo catapultó a la celebridad criminal fue el asesinato de la niña Grace Budd, ocurrido en el año de 1928.



Billy Gaffney, el primer niño secuestrado por Fish


Edward Budd era un joven de dieciocho años que deseaba trabajar y contribuir con los gastos de su casa. La vida junto a sus padres y cuatro hermanos era triste y deseaba un empleo en el campo. Decidió publicar un anuncio clasificado en elNew York World el día 25 de mayo de 1928. Al siguiente lunes, tocó a la puerta un hombre de edad avanzada supuestamente llamado Frank Howard, granjero de Farmingdale Long Island, que deseaba tratar lo del empleo con Edward. La señora Delia Budd mandó buscar a su hijo con la hija menor. El señor Howard explicó que toda su vida se había dedicado a pintar y decorar interiores pero que usando sus ahorros había decidido comprar una granja. Su aspecto era de un hombre ya mayor, de pelo gris, bigote caído igualmente gris y de cara amable y pacifica. Cuando Edward llegó, el señor Howard no pudo dejar de expresar lo fuerte y crecido que era el muchacho. Justo el tipo de personal para el empleo que tenía disponible. La paga ofrecida era de quince dólares a la semana; el muchacho aceptó feliz el ofrecimiento.



La familia Budd con la pequeña Grace


Una semana después, a las once de la mañana, apareció otra vez en el domicilio de los Budd. Llevaba fresas y queso fresco, "productos elaborados en su propia granja". La señora Budd lo invitó a desayunar con ellos. Una vez sentados a la mesa, entró una niña de diez años de edad, Grace Budd. El señor Frank Howard no podía apartar su mirada de la niña. Y justo para salir de la casa, al señor Howard se le ocurrió invitar a la pequeña Grace para que lo acompañara "a la fiesta de su sobrina". La señora Delia Budd dudó, pero el señor Budd la convenció. La señora ayudó con su abrigo a la niña y la vio partir con el anciano hasta perderse de vista por la calle. El señor Howard había prometido llevar de regreso a la pequeña Grace antes de las nueve de la noche, pero nunca volvieron. Su familia pasó la noche sin dormir, tratando de consolarse pensando que tal vez la fiesta se había alargado y que la pequeña Grace estaría con la sobrina del señor Howard. Al día siguiente Edward fue enviado a investigar a la dirección que había dado el viejo, pero no encontró el lugar. Acto seguido, avisó a la policía. El 7 de junio se enviaron más de mil volantes a las estaciones de policía donde se detallaba el aspecto de secuestrada y secuestrador. Esta acción desató una fiebre de avistamientos de la niña Grace, muchos de los cuales resultaron engaños.



Cartel de búsqueda de Billy Gaffney


Pasaron seis años de la desaparición de la niña Grace Budd y el único que no se daba por vencido era el detective William F. King, encargado del caso. Justo cuando faltaban cuatro semanas para que la Oficina de Personas Desaparecidas cerrara oficialmente el caso, ocurrió un hecho estremecedor: la señora Delia Budd recibió una carta que no pudo leer porque no sabía hacerlo. Fue Edward Budd quien le dio lectura e inmediatamente corrió a entregarla a la policía.



Los titulares sobre el secuestro de Grace Budd


La carta decía:

“Querida señora Budd: En 1894 un amigo mío se embarcó como ayudante de cubierta en el vapor Tacoma siendo el capitán John Davis. Navegaron de San Francisco a Hong Kong en la China. Al llegar allá, él y otros dos marineros desembarcaron y se fueron a emborrachar. Al regresar a puerto, el barco se había ido. En ese tiempo China padecía una hambruna, cualquier tipo de carne costaba de 1 a 3 dólares la libra. Tanto era el sufrimiento de los pobres, que los niños menores de doce años eran vendidos como comida con el propósito de que los demás no murieran de hambre. Un niño o niña menor de catorce años no estaba seguro en las calles. Uno podía ir a una tienda y pedir carne, costillas o bisteces y al mostrador era traída alguna parte desnuda del cuerpo de un niño para que uno eligiera lo que más deseara. El trasero de niño o niña, que es la parte más deliciosa del cuerpo, era vendida como un corte fino a un precio alto. John permaneció en aquella tierra por mucho tiempo al grado de tomarle gusto a la carne humana. A su regreso a Nueva York se robó dos niños de siete y once años. Los llevó a su casa, donde los desnudó y amarró en un closet. Quemó todo lo que traían puesto. Varias veces durante los días y las noches los apaleó y torturó, con el objetivo de que la carne quedara buena y tierna. El primero en morir fue el niño de once años, puesto que tenía el trasero más grande de los dos: es decir, tenía la mayor cantidad de carne. Cada parte de su cuerpo fue guisada y comida, excepto la cabeza, los huesos y las vísceras. Todo él fue hervido, frito y guisado. El niño pequeño fue el siguiente y pasó por el mismo proceso. Por ese tiempo yo vivía en la 409 y la 100, muy cerca, por la parte derecha. Tan seguido me decía lo buena que era la carne humana, que me hice a la idea de que debía probarla también.



“El domingo 3 de junio de 1928 toqué a su puerta en la 406 oeste y la calle 15. Llevaba queso y fresas, tomamos el almuerzo. Grace se sentó en mi regazo y me besó. Me propuse comerla. Bajo el engaño de llevarla a una fiesta le pedí le diera permiso, a lo que usted accedió. La conduje a una casa vacía que había elegido con anterioridad en Westchester. Cuando llegamos, le pedí que permaneciera afuera. Mientras ella recogía flores, subí las escaleras y me desnudé. Sabía que si no lo hacía de ese modo, podría manchar la ropa de sangre. Cuando todo estuvo listo fui a la ventana y la llamé. Me escondí en el closet hasta que estuvo en el cuarto. Al verme desnudo, comenzó a llorar y trató de escapar por las escaleras. La sujeté y ella dijo que le diría a su mamá. Primero la desnudé. ¡Cómo pataleó, arañó y me mordió! Pero la asfixié hasta matarla. Luego la corté en pequeños pedazos para poder llevar la carne a mi lugar. Guisé su rico y delicioso trasero. Me tardé nueve días en consumir todo su cuerpo. De haber querido hubiera tenido sexo con ella, pero no quise. Murió siendo virgen”.



La pequeña Grace Budd


Nadie podía creer que la carta fuera realidad, sino que era obra de algún sádico que deseaba molestar a los señores Budd. Sin embargo, el detective King se dio cuenta que algunos detalles de la carta coincidían con los del secuestro de la pequeña Grace Budd. El sobre de la carta aportó una pequeña, pero crucial pista. Tenía impreso un pequeño símbolo hexagonal y siglas de una asociación de beneficencia. Un joven empleado de limpieza identificó el símbolo.



La casera del lugar quedó sorprendida al escuchar la descripción sobre “Frank Howard”, que coincidía con la de un hombre viejo que había vivido en ese lugar por dos meses y que tenía dos días de haber salido del lugar. El inquilino se hacía llamar Albert H. Fish y le había pedido a la casera que le guardara una carta que esperaba de su hijo, quien trabajaba en el cuerpo de conservación de Carolina del Norte. El hijo regularmente mandaba dinero de esta manera a su viejo padre.



El 13 de diciembre de 1934, la casera llamó al detective King: Albert Fish estaba en la pensión esperando por su carta. El viejo tomaba una taza de té cuando el detective King apareció tras la puerta. Movió afirmativamente la cabeza cuando preguntaron por su nombre, a la vez que se ponía de pie. Inmediatamente alcanzó un pequeño cuchillo de su chaqueta y lo interpuso entre él y el policía. Esta maniobra enfureció a King, quien rápidamente le torció la mano.



El arresto y juicio de Albert Fish



Las confesiones de Albert Fish fueron escuchadas por numerosos oficiales y psiquiatras, siendo la mayor parte una inenarrable serie de depravaciones que nadie hubiera creído a no ser porque los detalles fueron corroborados uno tras otro. Y resultaba más increíble aún considerando el aspecto débil y decrépito del anciano que la policía tenía ahora bajo custodia. El detective King fue quien tomo la declaración inicial de Albert Fish, quien dijo que en el verano de 1928 la sed de matar lo había dominado y que inicialmente era al joven Edward Budd a quien tenía planeado asesinar cuando leyó el anuncio en los clasificados. El plan era conducirlo a un lugar alejado mediante engaños, someterlo y cortarle el pene para dejarlo morir sangrando. Después de visitar la casa de los Budd la primera vez, fue a comprar sus “instrumentos del infierno”: cuchillos de carnicero y una sierra. Los envolvió en un paquete y los dejó encargados en un puesto de periódicos.



A pesar de que Edward Budd era ya un joven fuerte y de buen tamaño, se hizo a la idea de que podría someterlo. Pero nada más ver a Grace Budd, inmediatamente cambió de planes: era a ella a quien desesperadamente deseaba matar. Una vez armado el engaño de la fiesta fue con Grace al puesto de periódicos por su paquete, luego tomaron un tren en el Bronx hacia el poblado de Westchester. Para la niña compró boleto sin regreso. En la estación de Worthtington, el viejo estaba tan absorto en su torcido plan que olvidó el paquete en el tren. Irónicamente, la niña Budd le hizo notar el olvido. El viaje había durado ya 40 minutos, pero como la niña apenas había salido de su ciudad un par de veces, la experiencia la tenía contenta y felizmente entretenida. El destino del viaje era una construcción semiabandonada llamada Wisteria Cottage, lugar en medio de un área boscosa al cual llegaron después de andar por un camino muy solitario.



Wisteria Cottage: La Casa de los Sacrificios



El hecho de estrangularla le provocó una enorme excitación sexual. Colocó la cabeza de la niña en una lata de pintura y procedió a decapitarla, procurando vaciar toda la sangre derramada en la vieja lata, la cual después aventó al patio de la propiedad. Desvistió el cadáver ya decapitado y lo cortó a la mitad. Ese día llevó consigo algunas partes del cuerpo, las cuales envolvió cuidadosamente en papel periódico. Días después regresó al sitio para llevarse más partes. Lo que sobró lo tiró por la pared trasera de la edificación. Las herramientas fueron desechadas del mismo modo. Ante la pregunta del detective King del porqué había cometido un acto así, Fish contestó: “Usted sabe, jamás podría explicarlo”. El capitán John Stein quiso saber por qué había escrito la carta a la señora Budd, a lo que Fish respondió que tenía una manía por escribir cartas. Ese mismo día la policía recuperó los restos de la niña Budd ante la mirada impasible de Fish, quien fue llevado a la escena del crimen.



La policía desentierra los restos de Grace Budd




Comenzó el proceso de culpar a Fish por asesinato y secuestro. Cada entidad donde había sido cometido cada uno de los crímenes tenía que armar el caso cuidadosamente. Es en este momento que la policía recibe el testimonio de un chofer de trolebús, que reconoce en Fish al hombre que una vez transportó y que venía con un pequeño niño a quien con muchos trabajos mantenía a su lado. El pequeño lloraba por su madre e iba sin abrigo. Aquel niño resultaría ser Billy Gaffney. Cuando finalmente Fish confiesa el asesinato del niño, el mundo se entera de la horripilante suerte que corrió.



Según sus propias palabras, al niño lo condujo a un lugar solitario por la Avenida Rikers, a una casa solitaria no lejos del lugar del secuestro. Dentro de la casa, lo maniató firmemente, quemó sus ropas y tiró a la basura sus zapatos. Con un trapo sucio tomado de ahí mismo amordazó al infante. Al día siguiente regresó armado de sus herramientas. Fish declaró ante la policía todo lo que le había hecho al niño:

“Me hice con varias herramientas y un buen látigo. De fabricación casera. Con el mango corto. Corté uno de mis cinturones por la mitad y rajé cada mitad en seis tiras de unos veinte centímetros de longitud. Flagelé su cuerpo desnudo hasta que le brotó sangre de las piernas. Le corté las orejas, la nariz, le rajé la boca de oreja a oreja. Le arranqué los ojos. Le clavé un cuchillo en el vientre y acerqué la boca a su cuerpo para beberme su sangre. Entonces murió. Reuní cuatro sacos de patatas viejos y metí en ellos un montón de piedras. Rajé al niño. Yo llevaba una bolsa de viaje. Introduje la nariz, las orejas y algunos pedazos de su vientre en la bolsa. Luego lo corté por la mitad. Más o menos por debajo del vientre. Después le corté las piernas, a unos cinco centímetros del trasero. Guardé ese trozo en la bolsa, envuelto en mucho papel. Le corté la cabeza, los pies, los brazos, las manos y las piernas por debajo de la rodilla. Puse estas piezas en los sacos con las piedras, até los extremos y los lancé a las aguas cenagosas que se divisan desde la carretera que conduce a North Beach. Regresé a casa con mi carne. Tenía la parte delantera, la que más me atraía. Su pene, sus testículos y un poco de carne con grasa del trasero para hornearlos y comérmelos. Hice un guiso con sus orejas, su nariz y algunas otras partes de su rostro y su vientre. Añadí cebollas, zanahorias, nabos, apio, sal y pimienta. Estaba delicioso. Luego rajé los dos glúteos, corté el pene y los testículos y los lavé. Puse varias tiras de tocino en cada glúteo y los introduje en el horno. A continuación pelé cuatro cebollas y, cuando la carne llevaba un cuarto de hora asándose, vertí media taza de agua para tener algo de salsa y añadí las cebollas. Golpeaba sus nalgas a intervalos frecuentes con una cuchara de madera. Para que la carne estuviera más tierna y jugosa”.



Dos historietas sobre Albert Fish



Los psiquiatras concluyeron que Albert Fish estaba desquiciado. Diagnosticaron psicosis paranoide. El juicio comenzó el 11 de marzo de 1935 en Nueva York, siendo el fiscal de distrito Elbert F. Gallagher y el abogado defensor James Dempsey. En un momento dado se argumentó que alguien capaz de comerse a un niño no podía estar cuerdo. La familia Budd testificó y hasta se llevaron en una caja los restos de la niña Grace Budd.



Albert Fish con su abogado defensor



Según estimaciones policíacas, Fish pudo lograr una cifra cercana a las cien víctimas. De acuerdo al mismo criminal, fueron aproximadamente cuatrocientas personas. El dramático juicio duró diez días, resultando Fish sentenciado a la pena capital en la silla eléctrica. Se dice que Fish no estuvo de acuerdo con el veredicto, pero el hecho de ir a la silla le resultaba hasta cierto punto atractivo.



La silla eléctrica donde se ejecutó a Fish


Incluso un reportero del Daily News escribió:

“Sus ojos llorosos destellaron de alegría ante la idea de ser sometido a un calor mucho más intenso, comparado con el que usualmente se quemaba para satisfacer su lujuria. Preguntó si estaría conciente en el momento de la muerte. Dijo que era el único placer que le faltaba probar: su propia muerte, el delicioso dolor de morir”.



Dos retratos de Fish realizados por John Wayne Gacy "El Payaso Asesino"



El 16 de enero de 1936, Albert Fish fue ejecutado en el penal de Sing Sing, lugar donde hasta la fecha yacen sus restos. Desde entonces, pasaría a la historia como uno de los infanticidas contemporáneos más crueles.

Fuente: Escrito con sangre





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