El hombre es el único animal que necesita escribir su historia para poder recordarla. Cuando nace no sabe absolutamente nada. Carece de auténticos instintos, no durará mucho.
Así comienza "El viaje íntimo de la locura" (editorial El hombre del saco, disponible en FantasyTienda), primera novela de Roberto Iniesta, alma máter de la banda extremeña Extremoduro y principal compositor de las letras de sus canciones, que se cuentan entre las más audaces del panorama musical de los últimos años.
Antes de comenzar la lectura, el hecho de que el autor sea un un artista reconocido nos incita a pensar que nos encontramos ante uno de esos aburridos y tediosos tomos en os que un personaje relativamente famoso nos resume su vida mediante una serie de relatos destinados principalmente a aumentar todavía más su ya de por sí henchido ego...
Nada más apartado de la realidad, si lo que pretendes encontrar en este libro es el método más eficaz de destrozar un camerino te llevarás una tremenda decepción, pues lejos de tratarse de un resumen de los desvergonzados actos que se presuponen habitualmente a un cantante de rock duro, te encontrarás ante la aparentemente aburrida e insulsa vida de Don Severino, un simple notario de unos 45 años de edad que ha dedicado la mayor parte de su vida a sus estudios, no porque realmente sienta predilección por su profesión, sino porque es lo que siempre se ha esperado de él, al fin y al cabo, ¿A qué más podría aspirar el hijo e un estricto notario ultra-conservador sino a heredar el negocio familiar?
Don Severino ha conseguido estabilizar su vida en torno a una cómoda rutina en la cual “los días se suceden unos a otros con educación, sin querer empujarse entre ellos, con suavidad y con calma”. Ha conseguido hacer que su vida dependa de tal manera de sus obligaciones que cuando una mañana de un lunes de enero su despertador decide dejar de cumplir su cometido, provocando así que llegué por primera vez tarde a su trabajo en 17 años, siente como si su mundo se derrumbara sobre él, como si toda la rutina por y para la que vive se viniera abajo a su alrededor.
"El viaje íntimo de la locura" contiene muchos más matices que la convierten en algo totalmente único, una novedad que resulta como un soplo de aire fresco en una sociedad como esta en que vivimos en la que todo está ya inventado y todos los recursos estilísticos han sido ya explotados hasta la saciedad.
Esta sensación no hace más que acrecentarse cuando al regresar a su hogar descubre que el fallo en el despertador no ha sido un hecho aislado, toda la electricidad de la casa falla, debido a que el cable que la conecta con la red eléctrica ha sido seccionado, exactamente lo mismo que ha sucedido con la red de alcantarillado, sencillamente y sin que nadie sepa darle un explicación coherente al extraño fenómeno, han desaparecido sendos trozos de cable y tubería; ante esto Don Severino solo encuentra una explicación plausible: su casa, la casa de su padre y de su abuelo, una atemporal mansión señorial que siempre ha pertenecido a la familia y sobre la que jamás ha tenido lugar ningún tipo de fenómeno paranormal antes, se está elevando del suelo de forma lenta pero imparable, hasta que finalmente una noche de Enero y sin que nadie se percate de ello “la casa se llenó de despropósitos y de otras muchas más palabras que empieza por 'des-'. Entraron, desamparo y desasosiego, desfigurar y destierro, desgravitar y desapego; y, al entrar estas dos últimas, echó a volar, soltó amarras como lo haría un barco y ahora surca los cielos... ni siquiera el pobre Don Severino se ha percatado de ello, sigue durmiendo en su cama como si nada especial hubiera sucedido”.
Con este extraordinario acontecimiento la rutinaria vida de nuestro protagonista termina de torcerse, lo que le llevará poco a poco a un estado de reflexiva locura, a ir perdiendo la fe en el estilo de vida en el que siempre había confiado, no solo esto, Don Severino comenzará a reflexionar (y junto con él también lo hará el lector) sobre el valor que un solo individuo tiene para el resto de la humanidad, pues aunque él a desaparecido de la faz del mundo “real”, nadie lo ha echado realmente en falta, de pronto su rutinario y asocial estilo de vida se a convertido en un enemigo para su posible rescate.
Sobra decir tras esta breve sinopsis del argumento general que "El viaje íntimo de la locura" no es una obra ligera, diría más, se trata de un libro francamente complejo cuya compresión aparentemente habría de ser complicada, no obstante, el autor es capaz por medio de un vocabulario sencillo y de una serie de extrañas a la par que cómodas metáforas acercar este relato al lector medio, facilitando así su lectura, acto encomiable tratándose de un autor novel.
Si nos fijamos bien, esta novela solamente tiene un personaje importante, Don Severino, esta carencia en el “reparto” es suplida con maestría por el autor por medio de la humanización de ciertos elementos del contexto general, el sol, por ejemplo, es tratado como un personaje más y presenta sus propias opiniones sobre lo sucedido, no solo eso, la historia no nos es narrada por Don Severino, como sería lo lógico en esta situación, sino por un personaje que puede resultar extraño al lector, una simple lombriz de tierra, al fin y al cabo, ¿Quién mejor que un ser así de simple para narrar una historia como esta? ¿Quién sino un ser cuyo mundo, el suelo del jardín, no ha sido trastocado en lo más mínimo sería capaz de mantener la objetividad y la cordura en esta situación?
En definitiva, se trata de una obra difícil de catalogar, podríamos decir que estamos ante una novela con tintes filosóficos en la que se reflexiona sobre la naturaleza del ser humano... Pero nos quedaríamos cortos, pues "El viaje íntimo de la locura" contiene muchos más matices que la convierten en algo totalmente único, una novedad que resulta como un soplo de aire fresco en una sociedad como esta en que vivimos en la que todo está ya inventado y todos los recursos estilísticos han sido ya explotados hasta la saciedad.
Se trata de una obra totalmente recomendable siempre y cuando se disponga de tiempo suficiente para una lectura lenta y calmada, pues pese a no ser un libro especialmente largo (aproximadamente 350 páginas) sí que es un relato denso, y como tal ha de ser leído invirtiendo en él el tiempo y la atención que merece.
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