1. Basílica del Pilar de Zaragoza, vista desde la margen izquierda del Ebro. Al fondo puede verse el Puente de Piedra. Imagen de la web Foro Xerbar
Son muchos los pueblos a los que se les ha hecho creer alguna vez que eran los elegidos de la divinidad y que sus orígenes se remontaban a épocas míticas. Así ocurrió con la propaganda dada a la difusión del cristianismo en España, que incorporaba leyendas piadosas, sin una mínima base histórica, tales como la aparición de la Virgen María al apóstol Santiago.
Según una de estas leyendas, la noche del 2 de enero del año 40 Santiago el Mayor, que había venido a Hispania a predicar el Evangelio, se encontraba a orillas del Ebro, en la ciudad de Caesar Augusta, en el corazón de la pagana Celtiberia. Aquella noche la Virgen, que aún vivía en Jerusalén, se apareció de pie sobre un pilar de mármol haciendo prometer al apóstol que le construiría una capilla alrededor de dicha columna, la cual quedaría para siempre como muestra de preferencia y protección de la Providencia a España, “su nación preferida”.
2. La Virgen apareciéndose sobre un pilar de mármol al apóstol Santiago. Ilustración de la obra de narraciones históricas para escolares "Glorias Imperiales", de Luis Ortiz Muñoz, publicada por Magisterio Español en 1958. Los manuales escolares franquistas enseñaban una historia desvirtuada en grado sumo. Santiago no pudo predicar en Hispania porque había muerto antes en Palestina.
Estamos ante una creencia, común a otras historias nacionalistas, del “pueblo elegido” designado por Dios para altas empresas. Un pensamiento esencial común a todos los defensores del nacional-catolicismo y que alcanza su máxima expresión durante el franquismo. Con él se justifica la pretendida vocación española de evangelizar al mundo.
La pequeña capilla que había nacido para guardar el pilar fue creciendo, edificándose posteriormente una iglesia románica, luego una mudéjar, que fue destruida por un incendio, siguiéndole una iglesia gótica, precursora de la actual de estilo barroco. Este es el origen de la Basílica del Pilar de Zaragoza, un impresionante edificio de ladrillo, con tejas policromadas, cúpulas y torres. Centro de peregrinación mundial, es también un símbolo para todos los zaragozanos y los aragoneses en general, creyentes o no.
3. Cúpulas de la Basílica del Pilar. Al fondo puede verse, en primer término, el Puente de Piedra, y en segundo el Puente de Hierro. Imagen de la web de LCM Lacer España.
Noche del 2 al 3 de agosto de 1936. Había mucha claridad por el resplandor de la luna llena. Hacía apenas dos semanas que había comenzado la Guerra Civil pero los sublevados, que se habían hecho con Zaragoza con gran facilidad, ya habían puesto en práctica las ejecuciones masivas y los encarcelamientos de los simpatizantes de izquierdas llenando fosas, cunetas y cárceles.
El silencio de la noche se rompió con el ruido de un avión que sobrevolaba a muy baja altura las casas zaragozanas. Se trataba de un Fokker F VII EC-PPA, al servicio de las Líneas Aéreas Postales Españolas (L.A.P.E.) y militarizado por los republicanos, que había despegado sobre la una de la mañana del aeródromo del Prat en Barcelona. Su piloto era el alférez Manuel Gayoso Suárez, aunque otros autores afirman que se trataba del alférez Villa Ceballos, apodado el Negus, muerto poco después en el frente de batalla.
4. El avión trimotor de las íneas postales que arrojó las bombas. Imagen de la web Aragón y Medicina
Nunca se sabrá cuál era su verdadera misión. Algunas fuentes dicen que quizás trataba de destruir los puentes sobre el Ebro, entre ellos el Puente de Piedra, o los cuarteles situados al sur de la ciudad. El caso es que algunos testigos dijeron que el aparato dio unas pasadas “rozando las torres del Pilar” y se alejó hacia el N.E.
Al amanecer, los más madrugadores descubrieron que el avión había dejado caer 4 bombas sobre la ciudad y que ninguna de ellas había hecho explosión. La primera sobre la plaza del Pilar, frente a la calle Alfonso, la segunda sobre el Ebro. Las otras dos, que fueron las que produjeron el mayor efecto psicológico sobre la población, habían impactado sobre la cubierta de la mismísima Basílica del Pilar.
5. La bomba que cayó en la Plaza del Pilar. Obsérvese que está clavada, cual si de un dardo se tratara, sin presentar apenas desperfectos en su estructura. Cosas de los "milagros". La imagen procede al igual que la nº 9, la nº 10 y la nº 11, de la web Crux et Gladius
Ambas bombas produjeron más daño artístico que material. Una de ellas entró a la basílica por el coreto del Cabildo y la cámara Angélica y dañó ligeramente una pintura de Goya, y la segunda chocó con una de las pechinas de una cúpula, pero no llego a penetrar en el templo.
La bomba caída en el plaza –la única que quedó entera para poderla estudiar- fue desmontada por artificieros del Regimiento de Zapadores de la 5ª División. Después de analizarla y de comprobar que tenía al menos 20 años de antigüedad, el director del Parque de Artillería de Zaragoza habló de un error de fabricación: “La espoleta funcionó, su aguja hirió y dio fuego a la cápsula fulminante, principio de la cadena… que estaba completa (pólvora, cebo y multiplicador), pero su orden cuando la vimos, no era el debido, ya que a continuación de la pólvora venía el multiplicador y a la mitad de éste, el cebo de nitro, que aparecía intacto”. Otros expertos han asegurado que las bombas se lanzaron a unos 150 o 200 metros de altura y no a más de 300 metros, que era el mínimo para que hicieran explosión.
Pero ya la palabra “¡Milagro!” estaba en boca de los zaragozanos quienes, bien creyendo en la intervención divina o bien en la mano humana encargada de preparar las bombas, creían a pies juntillas que se había producido un hecho prodigioso: Los “rojos” habían querido destruir la Basílica del Pilar y un milagro de la Virgen Capitana, quien había prometido protección a Zaragoza en su visita, había convertido las bombas en objetos inertes.
6. Postal alegórica a la milagrosa intervención de la Virgen del Pilar desactivando las bombas lanzadas sobre su Basílica. Imagen de la web Pasapues.es
La propaganda franquista explotó el suceso como prueba de la maldad roja, la toma de partido de la Pilarica, y como justificación de la tremenda represión que estaban practicando en la ciudad bajo la dirección de Cabanellas. Las nuevas autoridades nacionales y locales, civiles y religiosas, no dudaron en calificar el hecho como milagroso y aprovecharon tal “milagro” para la defensa de su Cruzada. Fue el único bombardeo sobre Zaragoza que no causó víctimas ni destrozos, pero el que más notoriedad tendría.
Ese mismo 3 de agosto por la tarde una manifestación de desagravio recorrió la ciudad. Al frente Rigoberto Doménech, Arzobispo de Zaragoza, quien una semana más tarde del “infame atentado” dejaría para la posteridad una frase lapidaria: «la violencia no se hace en servicio de la anarquía, sino lícitamente en beneficio del orden, la Patria y la Religión».
7. Otra imagen similar a la anterior, tomada de la web de la Asociación de Caballeros de Nuestra Señora del Pilar.
Una "oleada de indignación" se extendió por toda la ciudad, con muchedumbres "enardecidas" que desfilaban por el "primer templo mariano del mundo" para "desagraviar" a la Virgen. "Un milagro, debido a nuestra amadísima Patrona, ha impedido la catástrofe", declaró Miguel López de Gera, el alcalde nombrado por la autoridad militar, que volvía al puesto que ya había ocupado durante el bienio radical-cedista, o negro, de la República.
Durante los días siguientes, los "actos de desagravio" inundaron las tierras aragonesas y castellanas. En Burgos "el pueblo acudió en masa" a la salve que ofició, en la tarde del 4 de agosto, el arzobispo Manuel de Castro.
En la catedral de Valladolid hubo una "solemnísima función reparadora por las bombas arrojadas sobre el Santuario del Pilar". Se repitió la función en Salamanca, en Zamora, donde el obispo Manuel Arce convocó a una salve popular en desagravio por la "horrible e insospechada profanación del Pilar".
8. El general Varela, otro de los genocidas franquistas, exhibiendo una imagen de la Virgen del Pilar tallada sobre una reproducción de las bombas arrojadas por el avión "rojo" sobre la Basílica. Imagen de la web La Guerra Civil Española
Salves y rosarios hubo también en Huesca, con el obispo Lino Rodrigo, varios sacerdotes y las señoras de la corte de honor pidiendo, junto con militares y falangistas, protección a la Virgen "por la salvación de España".
Santiago Guallar, canónigo, ex diputado y hombre fuerte de la derecha católica zaragozana durante la Segunda República, voceaba en la radio zaragozana:
"Esta cruzada es una lucha por el altar y la familia; por Dios y por laPatria"
9. Portada del periódico anarquista "Solidaridad Obrera" dando cuenta del bombardeo del Pilar. Zaragoza había sido tradicionalmente un feudo del anarcosindicalismo, por lo que su pérdida a manos de los nacionales les impulsó a querer recuperarla cuanto antes. De ahí las columnas de la C.N.T. y de la F.A.I. que desde Cataluña convergieron hacia la ciudad para reconquistarla.
Los periódicos se hicieron eco de la milagrosa noticia. El Noticiero del 4 de agosto, "un avión de la Generalidad, de noche, alevosamente, y utilizando la bandera bicolor" (aún extraña entre los golpistas) "arrojó cuatro bombas de 50 kilogramos sobre el tempo del Pilar". Y según el Heraldo de Aragón, era un "atentado contra la Virgen del Pilar" y había sido realizado por las "hordas rusas y la canalla catalana".
El inefable Queipo de Llano desde “su” Radio Sevilla no perdió la ocasión de hacer gala de su especial religiosidad, afirmando que los adoquines de la plaza que saltaron por los aires con la deflagración, al caer de nuevo al suelo lo habían hecho de modo ordenado y que entre todos habían formado la frase: "¡Viva la Virgen del Pilar!".
10. Se dice que la bomba caída en la Plaza del Pilar dibujó una cruz en los adoquines de la misma. Actualmente una cruz de mármol con la fecha del bombardeo recuerda el lugar exacto donde fue hallada.
En la actualidad las dos bombas, restauradas y niqueladas, se conservan dentro del templo, exhibiéndose en una pilastra de la Santa Capilla con una leyenda alusiva. Están situadas debajo de las banderas de Haití, Costa Rica, El Salvador, Perú y México. Y es que las enseñas de todos los países de Iberoamérica cuelgan de los muros que rodean la capilla de la patrona de la Hispanidad.
La Iglesia las exhibe orgullosamente, aunque no quiere opinar al respecto de un hecho del que hoy dice que “jamás lo ha considerado como un milagro”, ni desea “explotar la historia ni utilizarla para hacer propaganda”.
11. La de la izquierda es la bomba que quedó en la plaza intacta. La otra cayó sobre el coreto y fue ofrendada como exvoto por el Parque de Artillería el 27 de octubre de 1936.
Sin embargo, la sospechosa instrumentalización del incidente, sugiere que el atentado pudo responder a una maquiavélica maniobra orquestada por Franco, para desacreditar al ejército republicano y aprovechada a su vez por la jerarquía eclesiástica para fomentar la cruzada contra el ateísmo de los republicanos.
En realidad las bombas, sin un solo arañazo, sin una sola abolladura, sugieren más una conspiración humana que un milagro divino.
En realidad las bombas, sin un solo arañazo, sin una sola abolladura, sugieren más una conspiración humana que un milagro divino.
fuente: Fusilados de Torrellas
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