Las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul (también llamadas Paulas), presentes en las cárceles de mujeres desde finales del siglo XIX, regresaron a los centros penitenciarios de la mano del franquismo. En el año 2005 recibieron el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia . Toda una burla a las incontables mujeres a las quereprimieron con mano de hierro en las prisiones franquistas.
En 1939-1940 había en la España franquista unas 500 prisiones y, aunque es difícil precisar, cerca de 300.000 presos, de los que quizá unas 20.000 fueran mujeres. Elfranquismo condenó a morir de hambre, de tifus, sarna, disentería, palizas, tortura, piojos, humillaciones, vejaciones, mordiscos de ratas... posiblemente a varias decenas de miles. Hoy resulta muy difícil precisar con exactitud su número.
Dejaron huella en los reclusos y reclusas las famosas «sacas» nocturnas camino del paredón, o las palizas a los presos por grupos de falangistas y matones que, a veces, entraban en las cárceles con el visto bueno de funcionarios, monjas y capellanes. Los relatos de maltrato de parte de las monjas estremecen, lascondiciones higiénicas, sanitarias, alimenticias... humillantes, son relatos decampos de exterminio. Sencillamente espeluznantes.
Entrada a la prisión de Les Corts, con las palmeras que la flanqueaban.
Por esa razón muchas supervivientes, mayores de 80 años, no daban crédito cuando en septiembre de 2005 otorgaron el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia a la orden religiosa de Las Hijas de la Caridad, “ por su excepcional labor social y humanitaria en apoyo de los desfavorecidos en España desde fines del siglo XVIII”.
Pocos saben que dicha orden religiosa gobernó con mano de hierro las “galeras” (1)o antiguas cárceles de mujeres durante el siglo XIX y comienzos del XX, hasta su expulsión por Victoria Kent en 1931, la primera mujer Directora General de Prisiones de nuestro país, que las sustituyó por un cuerpo de funcionarias especializadas.
Pocos saben que dicha orden religiosa gobernó con mano de hierro las “galeras” (1)o antiguas cárceles de mujeres durante el siglo XIX y comienzos del XX, hasta su expulsión por Victoria Kent en 1931, la primera mujer Directora General de Prisiones de nuestro país, que las sustituyó por un cuerpo de funcionarias especializadas.
Vista general de la prisión de Les Corts.
Y que, acabada la guerra, el dictador Franco volvió a recurrir a ellas como carcelerasen establecimientos de infausta memoria como la prisión barcelonesa de Les Corts, Palma, Málaga, Valencia y otras muchas. Otra orden religiosa femenina, las Hijas del Buen Pastor, llegó a administrar la cárcel madrileña de Ventas, la más poblada de la historia de España, de la que salieron las famosas Trece Rosas para serfusiladas en agosto de 1939.
Las monjas colaboraron en el secuestro de niños y niñas rojos, separatistas y republicanos de madres presas y en su entrega a falangistas y gentes victoriosas. A otras niñas las raptaron para sí y las hicieron monjas.
Las Hijas de la Caridad de la prisión en Palma de Mallorca vendían en el economato a 1 peseta el kilo de pescado que la gente pobre entregaba para las presas porque se morían de hambre. En Amorebieta hicieron lo mismo con los tomates regalados por la gente y en Saturrarán las monjas hacían acopio de los suministros que les entregaban para el sustento de las presas y ellas lo vendían en estraperlo. En Les Corts los beneficios adquiridos mediante el cultivo del extenso huerto -trabajado por presas que redimían pena- nunca se tradujeron en una mejora efectiva del rancho, motivo constante de quejas e incluso de plantes y protestas.
Las monjas colaboraron en el secuestro de niños y niñas rojos, separatistas y republicanos de madres presas y en su entrega a falangistas y gentes victoriosas. A otras niñas las raptaron para sí y las hicieron monjas.
Las Hijas de la Caridad de la prisión en Palma de Mallorca vendían en el economato a 1 peseta el kilo de pescado que la gente pobre entregaba para las presas porque se morían de hambre. En Amorebieta hicieron lo mismo con los tomates regalados por la gente y en Saturrarán las monjas hacían acopio de los suministros que les entregaban para el sustento de las presas y ellas lo vendían en estraperlo. En Les Corts los beneficios adquiridos mediante el cultivo del extenso huerto -trabajado por presas que redimían pena- nunca se tradujeron en una mejora efectiva del rancho, motivo constante de quejas e incluso de plantes y protestas.
Presas trabajando en la extensa granja agrícola de Les Corts. El trabajo era para ellas, los beneficios para las monjitas de las Hijas de la Caridad.
Aquel sistema carcelario era el eje de la represión franquista. Se buscaba lahumillación de los vencidos, la limpieza política. La mayoría de las reclusasfueron castigadas por el único delito de ser esposas, madres, abuelas o hijas de hombres perseguidos por los golpistas.
Otras muchas mujeres, comprometidas con las opciones de izquierda, jóvenes en su mayoría, iniciadas en el mundo de la política de la mano de la SegundaRepública, fueron ejecutadas o soportaron largas condenas en las cárceles franquistas desde el inicio de la dictadura, cuando estaban a punto de experimentar en sus vidas y para el futuro un vuelco igualitario que un sangriento y brutal golpe militar vino a impedir desandando lo avanzado y acuñando sólidas doctrinas desubordinación al hombre, según los mandatos de la Santa Madre Iglesia, y una férrea legislación restrictiva de sus derechos, que perduró durante décadas.
Otras muchas mujeres, comprometidas con las opciones de izquierda, jóvenes en su mayoría, iniciadas en el mundo de la política de la mano de la SegundaRepública, fueron ejecutadas o soportaron largas condenas en las cárceles franquistas desde el inicio de la dictadura, cuando estaban a punto de experimentar en sus vidas y para el futuro un vuelco igualitario que un sangriento y brutal golpe militar vino a impedir desandando lo avanzado y acuñando sólidas doctrinas desubordinación al hombre, según los mandatos de la Santa Madre Iglesia, y una férrea legislación restrictiva de sus derechos, que perduró durante décadas.
Taller de costura y confección de Les Corts, 1952. Estos talleres tenían un extraordinariodespliegue publicitario en la prensa del régimen. Los principales beneficiarios, aparte delestado franquista, fueron distintas casas comerciales.
Una de estas mujeres, republicana, comunista, luchadora por un mundo mejor desde su juventud, pintaba decorados para representaciones teatrales que se hacían en festividades y era capitana del equipo de baloncesto en la prisión barcelonesa deLes Corts.
Se trataba de Victoria Pujolar, que había conocido bien la guerra, los bombardeos sobre Barcelona, la retirada, el exilio… Trasladada a Madrid para ser juzgada en unconsejo de guerra, aprovechó este momento para protagonizar una sonada fuga.
Este es el relato de la misma, realizado por ella misma (2) :
“…no íbamos esposadas. Tenía la intención de escaparme, se lo había hecho saber discretamente a una de las dos compañeras, pero no sabía exactamente cuándo surgiría la ocasión. Lo que sí tenía claro es que debía de ser en Barcelona, ya que era la ciudad que conocía a fondo y donde tenía contactos del partido que me podrían ayudar.
Se trataba de Victoria Pujolar, que había conocido bien la guerra, los bombardeos sobre Barcelona, la retirada, el exilio… Trasladada a Madrid para ser juzgada en unconsejo de guerra, aprovechó este momento para protagonizar una sonada fuga.
Este es el relato de la misma, realizado por ella misma (2) :
“…no íbamos esposadas. Tenía la intención de escaparme, se lo había hecho saber discretamente a una de las dos compañeras, pero no sabía exactamente cuándo surgiría la ocasión. Lo que sí tenía claro es que debía de ser en Barcelona, ya que era la ciudad que conocía a fondo y donde tenía contactos del partido que me podrían ayudar.
Equipo de baloncesto de Les Corts, 1949. Referencia obligada en las publicaciones del régimen, era considerado como un "deporte femenino". La organización de equipos deportivos era también un reflejo de la capacidad organizativa de las reclusas políticas y al mismo tiempo un estímulo para sobrevivir a la prisión.
Cuando llegamos a la estación y al salir del taxi la compañera que salió la última, pagó al taxista y dijo en voz alta que no le había devuelto bien el cambio; el guardia civil retrocedió para ver qué pasaba. Entonces entré en la estación, que estaba llena, y bajé corriendo por el otro portalón, me metí rápido por callejones, llegué a la estación de metro de Correos, bajé corriendo, cogí el billete y tuve tiempo de meterme en un convoy que acababa de llegar.
El vagón estaba repleto de trabajadores porque era antes de las 8 de la mañana, y bajé al final de la línea, en la estación de Lesseps, en el barrio de Gràcia. Me metí en un café, telefoneé a un compañero y le di la dirección de donde me encontraba, y al rato se presentó allí. Le dije que quería ir a Francia y que me comprara un billete de 1ª clase para ir a Figueres, para aquella misma tarde.
Me dijo que de acuerdo, pero que esperara a que me vinieran a buscar. Llegaron dos compañeras y con un taxi me llevaron a casa de unas madrileñas que habían estado en la cárcel. Sin perder tiempo me tiñeron el pelo de rubio, me hicieron otro peinado, me maquillaron y me cambiaron completamente de aspecto.
Les Corts, 1954. Otra imagen idílica para la propaganda, titulada "Un momento de recreo de las reclusas" publicada en la "Memoria del Patronato para la Redención de Penas por el Trabajo".
Por la tarde, de bracito con las dos compañeras de Madrid, entré en la misma estación de Francia, llena de guardias. Subí al tren y las madrileñas me despidieron como se suele hacer con un familiar.
Durante el trayecto no hubo ningún problema. Pasó el revisor, le enseñé el billete, me lo devolvió; luego pasó el guardia para pedirme el salvoconducto de fronteras –entonces obligatorio– se lo mostré, lo miró y continuó pidiendo salvoconductos al resto de pasajeros. Pero mi salvoconducto era un tanto especial: era falso.
El tren llegó muy retrasado a Figueres, era ya de noche. Me acuerdo de que caminaba casi a oscuras, pero llegué a la casa que debía. Me abrió la madre de una compañera presa en Les Corts, que me reconoció y me hizo entrar rápidamente. Fue ella quien buscó y contrató a un contrabandista y me proporcionó el dinero para pagarlo. Pero como no se fiaba de él, me advirtió: “Tú le das la mitad al empezar el camino, pero la otra mitad dásela sólo cuando ya estés en la frontera”.
Durante el trayecto no hubo ningún problema. Pasó el revisor, le enseñé el billete, me lo devolvió; luego pasó el guardia para pedirme el salvoconducto de fronteras –entonces obligatorio– se lo mostré, lo miró y continuó pidiendo salvoconductos al resto de pasajeros. Pero mi salvoconducto era un tanto especial: era falso.
El tren llegó muy retrasado a Figueres, era ya de noche. Me acuerdo de que caminaba casi a oscuras, pero llegué a la casa que debía. Me abrió la madre de una compañera presa en Les Corts, que me reconoció y me hizo entrar rápidamente. Fue ella quien buscó y contrató a un contrabandista y me proporcionó el dinero para pagarlo. Pero como no se fiaba de él, me advirtió: “Tú le das la mitad al empezar el camino, pero la otra mitad dásela sólo cuando ya estés en la frontera”.
Les Corts, 24 de septiembre de 1952. Presas, en su mayoría gitanas, disfrutando de sus hijos en la festividad de la Virgen de la Merced, patrona de las prisiones. Las presas podían recibir durante varias horas a los hijos que tenían en el exterior, al cuidado de parientes. Eran éstas las imágenes preferidas por el régimen para publicitar su gestión penitenciaria.
El contrabandista iba acompañado de un niño que no abrió para nada la boca durante todo el camino. Caminamos durante dos días y dos noches. Aprovechábamos la oscuridad de la noche para andar, aunque en alguna ocasión el contrabandista decía: ‘Agáchate’ –mientras la luz de algún reflector pasaba por encima de nuestras cabezas.
Durante el día descansábamos y hasta dormíamos un poco apoyados en el tronco de algún árbol; de noche andábamos rápido, subiendo a veces por sitios difíciles, hasta que al final llegamos a un terreno más llano y el contrabandista me dijo: ‘A partir de aquí ya es Francia’, y señalando hacia una masía que se veía entre la espesura del bosque, añadió: ‘Allí te ayudarán’, y tras pagarle, se esfumó con el niño.
Efectivamente en aquella masía me atendieron y la propia hija de la casa me acompañó hasta Perpiñán en autocar. Allí me acerqué hasta un café donde solían reunirse los españoles, telefoneé a mis padres, y al cabo de lo que tarda un tren de Toulouse a Perpiñán, pude abrazar a mi madre, que vino a recogerme.
Encontré una Francia distinta, una Francia libre, pues ya la IIª Guerra Mundial había terminado”
Durante el día descansábamos y hasta dormíamos un poco apoyados en el tronco de algún árbol; de noche andábamos rápido, subiendo a veces por sitios difíciles, hasta que al final llegamos a un terreno más llano y el contrabandista me dijo: ‘A partir de aquí ya es Francia’, y señalando hacia una masía que se veía entre la espesura del bosque, añadió: ‘Allí te ayudarán’, y tras pagarle, se esfumó con el niño.
Efectivamente en aquella masía me atendieron y la propia hija de la casa me acompañó hasta Perpiñán en autocar. Allí me acerqué hasta un café donde solían reunirse los españoles, telefoneé a mis padres, y al cabo de lo que tarda un tren de Toulouse a Perpiñán, pude abrazar a mi madre, que vino a recogerme.
Encontré una Francia distinta, una Francia libre, pues ya la IIª Guerra Mundial había terminado”
Les Corts, día de la Merced 1945. De pie y quinta por la izquierda, Victoria Pujolar. En cuclillas, segunda por la izquierda, Tomasa Cuevas a quien debemos una larga serie de entrevistas a antiguas compañeras de prisión, que culminaría en una monumental trilogía publicada a principios de los ochenta: Cárcel de Mujeres –dos tomos- y Mujeres de la Resistencia, referente inexcusable para el estudio de la represión femenina durante el franquismo.
Así comenzaba el segundo exilio de Victoria Pujolar. En Francia siguió participando en todo tipo actos, mítines y manifestaciones a favor de la República. Más tarde se incorporó como locutora a Radio España Independiente, la legendaria“Radio Pirenáica”, la emisora clandestina del Partido Comunista. Atreverse a sintonizarla ya era un gesto de oposición al franquismo.
En “La Pirenáica” Victoria Pujolar informaba sobre lo que el franquismo escondía, poniendo en evidencia las supuestas "excelencias" de su sistema penitenciario que pretendía trasladar al exterior una idílica y ficticia imagen de normalidad (deporte, jardines, limpieza, higiene, asepsia, rehabilitación…)
En la actualidad, en el solar que ocupó en su día la antigua prisión de Les Corts enBarcelona, se alza “El Corte Inglés” de La Diagonal.
Ninguna placa recuerda el sacrificio de decenas de miles de mujeres que dieron la vida y la salud por la democracia, la igualdad y la libertad…
En “La Pirenáica” Victoria Pujolar informaba sobre lo que el franquismo escondía, poniendo en evidencia las supuestas "excelencias" de su sistema penitenciario que pretendía trasladar al exterior una idílica y ficticia imagen de normalidad (deporte, jardines, limpieza, higiene, asepsia, rehabilitación…)
En la actualidad, en el solar que ocupó en su día la antigua prisión de Les Corts enBarcelona, se alza “El Corte Inglés” de La Diagonal.
Ninguna placa recuerda el sacrificio de decenas de miles de mujeres que dieron la vida y la salud por la democracia, la igualdad y la libertad…
Fuente: Fusilados de Torrellas.
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