Mariano Constante, fotografiado con el uniforme y su número de interno enMauthausen.
Gracias, compañero, gracias
por el ejemplo. Gracias por que me dices
que el hombre es noble.
Nada importa que tan pocos lo sean:
Uno, uno tan sólo basta
como testigo irrefutable
de toda la nobleza humana.
Luis Cernuda "!936"
Había tenido más vidas que un gato pero su viejo y cansado corazón dijo basta cuando le faltaban unos meses para cumplir 90 años. Sobrevivió al campo de exterminio de Mauthausen donde entró en abril de 1941, cuando le faltaban tan sólo unos días para cumplir los 21 años.
Su experiencia, desde los 17 años, había sido muy dura. Comenzó en el campo de batalla para defender el gobierno legítimo de la República, como miembro de la 43 División batallando primero por tierras de Aragón y, posteriormente, sufriendo el avance imparable de los fascistas sublevados por tierras catalanas.
Siguió el exilio, los campos franceses, la lucha contra los nazis y su detención por los alemanes. Casi un año rondando por diferentes campos de prisioneros de guerrapara ser deportado –al igual que miles de españoles- al campo de Mauthausen, donde permaneció algo más de cuatro larguísimos años asistiendo al asesinato, el desfallecimiento y la muerte de tantos y tantos compañeros de infortunio.
Mauthausen: la cantera Wienergraben. Enrique Martín Hernández. La imagen forma parte de la exposición "Supervivencia, Testimonio y Arte. Españoles en los Campos Nazis", que reúne pinturas, maquetas, grabados y esculturas realizadas por supervivientes españoles del campo nazi de Mauthausen.
Organizó una red clandestina de resistencia y participó de forma activa en la ayuda a otros presos, en la coordinación política y muy especialmente en la obtención de información sobre el funcionamiento del campo. Precisamente, información facilitada por la organización clandestina española a la que pertenecía sirvió deprueba acusatoria contra determinados mandos del III Reich durante el proceso deNuremberg.
Tras la liberación, vino la lenta recuperación de la maltrecha salud y la posibilidad de rehacer una vida familiar y laboral en Francia que se hacía imposible en suAragón natal por tener una condena de muerte pendiente en España.
Diferentes trabajos, penurias y escasez de medios corrieron parejos a la actividad para hacer prevalecer la memoria de quienes no pudieron regresar de los campos de la muerte.
El teniente Bruckner, de las SS, para quien trabajaba Mariano Constante como ordenanza. Solía pasearse por el campo para humillar y maltratar a los presos. Intentó sin éxito que sus superiores mataran a Constante.
Él y sus compañeros, también tuvieron que luchar contra los fantasmas ideológicos que cuestionaban su comportamiento en los campos. Fue condenado a muertepor el Buró Político del PCUS acusado de colaborar con los alemanes: ¿acaso tenían que sentirse culpables por haber sobrevivido a la deportación?
Para él comenzaba una dura labor por dignificar al colectivo republicano de Mauthausen. Muchos le apoyaron y le animaron a recopilar información y relatar la experiencia de los españoles en el campo nazi.
Ese fue su trabajo durante décadas, aconsejar y dar testimonio en un esfuerzo tan permanente que hizo honor a su apellido.
Se llamaba Mariano Constante.
Mariano Constante (dcha.) junto a otros deportados españoles en el subcampo de Gusen, en mayo de 1970.
Como él, otros 1.000 aragoneses y aragonesas fueron deportados a los campos de exterminio nazis, 841 de ellos al de Mauthausen. La cifra es válida a día de hoy, pero mañana puede ser mayor, ya que los listados que se poseen son incompletos y poco a poco se van conociendo nombres y casos por muy diferentes vías.
Un documental de la Televisión Aragonesa localizó en Francia y en Venezuela a varios supervivientes aragoneses de Mauthausen, todos con cerca de 90 años. Algunos de ellos, como Miguel Aznar, Elías González y Domingo Félez, no habían hablado nunca del terror nazi ante una cámara.
"Adiós a la vida" desvela que el preso Manuel Rifaterra, natural de Alcorisa (Teruel), se encargó de dirigir la construcción del mismo campo donde murieron miles de españoles, aunque su puesto como jefe de obra sirvió a muchos de ellos para sobrevivir.
Tarjeta de interno en Mauthausen de Jesús Tello.
Jesús Tello, José Alcubierre y Elías González, tres supervivientes del convoy de los 927 de Angoulême entrevistados en varias localidades de Francia, detallan la amarga experiencia de haber vivido la muerte de sus respectivos padres a golpes en el subcampo de Gusen, donde fallecieron la mayor parte de los españoles entre 1940 y 1941. Los tres pertenecieron al famoso Comando Poschacher, del que ya hemos hablado en la entrada anterior.
Jesús Tello y Ramiro Santiesteban, los dos presos que han declarado en laAudiencia Nacional en el proceso contra dos guardias nazis, aportan sus testimonios judiciales. Los acusados serán entregados por Estados Unidos a Españapara ser juzgados por un delito contra la humanidad en el primer juicio de estas características que se celebrará en nuestro país.
"Dime si tienes miedo a morir. ¡Dímelo! Te ordeno que me lo digas, ¡desgraciado!".Santiesteban recuerda cómo le gritaba un sargento de las SS hace más de seis décadas. Dice que ha perdonado, pero que es incapaz de olvidar.
Diversas investigaciones y publicaciones sacan continuamente a la luz el testimonio de otros aragoneses supervivientes de aquel infierno. Como el de José Magallón, de Blesa (Teruel), que fue hecho prisionero por los alemanes en el desastre de Dunkerke y no se podía imaginar lo que iba a pasar en los cinco años que permaneció en los campos de exterminio de Mauthausen y de Ebensée.
Hasta el momento de su muerte, en 1997, Magallón no se cansaba nunca de contar sus experiencias durante el cautiverio y de advertir sobre los jóvenes que intentan resucitar el nazismo. “No saben lo que hacen”, solía decir…
José Magallón recuerda que en Mauthausen tenían un dicho: "Heute gut, Morgen kaputt", "hoy bien, mañana muerto". Tenían muy claro que si los aliados no los liberaban no lo iban a poder contar.
José Egea, aragonés de adopción, rememoraba en Villamayor (Zaragoza) que su peor experiencia en el campo fue la muerte de su padre en las navidades de 1942, pues como tantos otros, no logró sobrevivir a las duras condiciones a las que estaban sometidos.
Egea describía el tiempo que estuvo en Mauthausen como un "verdadero infierno"y afirmaba que la experiencia de vivir en un campo de concentración no se supera nunca. Aseguraba que tras ser liberado, no podía soportar ver las condiciones en las que vivían en algunos países, ni contemplar situaciones de maltrato.
José Egea recuerda que en Mauthausen "les maltrataron salvajemente".
Cuando volvió a España, vivió en la clandestinidad, ya que no tenía papeles. Durante años tuvo que esquivar a la policía y "sacrificar parte de su vida" hasta que murióFranco. José Egea se lamentaba de que la gente joven había olvidado estos episodios de la historia, no soportaba escuchar en boca de las nuevas generaciones que "pasaban de la política" y reclamaba que eran precisamente ellos los que debían cambiar la realidad del país. Falleció el año pasado…
El tesón de los nietos ha sacado también a la luz la historia de Fernando Sancho. Alcalde republicano de Almonacid de la Cuba (Zaragoza), tuvo que exilarse aFrancia donde vivió las durísimas condiciones de los campos de internamiento. Su familia no supo si estaba vivo o muerto hasta 1959, 21 años después de despedirse de él en las afueras del pueblo. El 27 de enero de 1941 le tatuaron el número 6.538 en Mauthausen. Sólo sobrevivió ocho meses…
Fernando Sancho, primer edil de Almonacid de la Cuba durante la República, falleció en el campo de exterminio de Gusen en 1941.
Aún son más olvidadas las mujeres que fueron deportadas. Alrededor de unaveintena de aragonesas estuvieron en Mauthausen. Una de ellas, Alfonsina Bueno, de la comarca de Calatayud, acabó siendo trasladada a este campo, donde coincidió con su compañero, José Ester. Milagrosamente, ambos sobrevivieron.
No quisiera terminar esta entrada, necesariamente limitada, sin recordar a los supervivientes de Mauthausen Jesús Grau y Raimundo Suñer, ambos de Calaceite (Teruel).
Ya vimos en la entrada anterior que el español Francisco Boix, que trabajó como fotógrafo en el servicio de identificación de Mauthausen, jugó un papel decisivo en la condena de algunos jerarcas nazis en el juicio de Núremberg al aportar losnegativos de las fotos que incriminaban a algunos de los acusados.
Francisco Boix en Nuremberg.
Sin embargo, la aportación de Boix a la Justicia no hubiera sido posible sin la colaboración del calaicetano Jesús Grau, que se encargó de sacar los clichés escondidos en sus zapatos, en la comida o donde el ingenio le dictaba para ocultarlos en la casa de una familia austriaca contraria al régimen nazi.
Jesús Grau formaba parte del grupo de jóvenes españoles del Comando Poschacher. Según cuenta Raimundo Suñer, otro calaceitano preso en el campo de concentración austriaco, en sus memorias, Jesús Grau fue "el más destacado" en la tarea de ocultar los negativos.
Jesús Grau (izda.) con Raimundo Suñer. Fotografía de Francisco Boix.
Hace ya muchos años tuve el inmenso honor de conocer en persona a Mariano Constante. El “notario de Mauthausen” como era conocido por el valioso testimonio de sus libros y de sus proyectos audiovisuales, acudió a contar, una vez más, su experiencia en el infierno de Mauthausen. Esta vez al colegio donde yo trabajaba por aquel entonces.
Hijo de un maestro de Riglos (Huesca), su obsesión era difundir su experiencia entre los jóvenes para que aquello no volviera a ocurrir.
Recuerdo aún su voz, de marcado acento aragonés trufado con algunas palabras del francés. "A veces me dicen si es preciso que siga contando lo que pasó. Pues sí".
Y así lo hizo siempre. Constante se dedicó a dar fe de lo que había vivido, a refutar a los negacionistas y a desenmascarar a los falsos héroes.
Mariano Constante, fotografiado hace unos años.
Con él, y con su nombre recordando a todas las víctimas del nazismo -a los aragoneses, a los españoles y a los de cualquier otra nacionalidad- es más necesario que nunca gritar bien alto aquel ¡Nunca más! que los supervivientes de todos los campos se comprometieron a defender en el juramento que realizaron, tras su liberación, en la ya lejana primavera de 1945.
Una lección para la humanidad y para que cada uno de nosotros sepa reconocer eldestino que nos deparan los que proclaman las espurias purezas raciales, religiosas o políticas.
Fuente: Fusilados de Torrellas.
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