EL CRIMEN DE LAS MARIONETAS
Podríamos
dividir la historia de los asesinos seriales en tres grupos: los que
fueron atrapados, los que nunca fueron capturados, y el tercer y mas
inquietante grupo, aquél formado por quienes las autoridades policiales
no sólo no han logrado atrapar sino que además dudan de su existencia o
la niegan,quizás por temor a fomentar el pánico. Y fue el 29 de julio
de 1977, cuando El Diario Ibiza abría su portada con una impactante
noticia . Una de las habitantes mas celebres de la isla, la actriz
alemana Ingeborg Schaffe, había sido brutalmente asesinada en extrañas
circunstancias. La noticia causó gran revuelo, dando lugar a una intensa
investigación policial.
Sin
embargo el caso no fue resuelto, convirtiéndose así en uno de los
sucesos mas misteriosos de la historia criminológica. La Dulce Ingeborg
tal como era conocida se hizo famosa en España a partir de los años
70's, viuda del pintor abstracto Frank El Punto, comenzó a tener una
buena fama en Ibiza por ser la creadora de un exitoso teatro de
marionetas para niños, un curioso trabajo que había iniciando tiempo
atrás cuando comenzó s hacerse cargo de su marido cuando esté cayo
gravemente enfermo y que continuo realizando este trabajo hasta el mismo
día de su muerte.
Escalofríos
y miedo, que muchos vecinos afirman seguir teniendo a día de hoy cuando
hablan de esta noticia, es el caso de un amigo anónimo de Ingeborg, que
afirma que el mismo día del asesinato de la actriz alemana, recibió
una extraña llamada seguida de un inquietante y y desesperado grito de
mujer a altas horas de la madrugada. De acuerdo con las declaraciones de
este amigo anónimo, pero fueron dos días después cuando se enteró del
asesinato de Ingeborg. La escena del crimen era dantesca, el cuerpo de
Ingeborg fue hallado sin vida en medio de una habitación y estaba
rodeado de los únicos testigos mudos de su asesinato, sus marionetas.
Pero
pocos datos son mas los que se conocen, y es que a pesar de la
detención de dos hermanos alemanes como principales sospechosos los
enigmas entorno a este suceso son numerosos. Se encontraron manuscritos
entre las pertenencias de los dos chicos que fueron detenidos, donde
incluso decían planear dar muerte a la dueña de aquellas marionetas,
pero para la justicia en aquel entonces no fueron suficientes pruebas y
los soltaron. De acuerdo con las investigaciones los dos sospechosos
eran mormones que creían mucho en el espiritismo.
¿Quién
o quienes mataron a la Dulce Ingeborg? Pudo haber sido víctima de un
macabro rito, o como muchos indican pudo estar relacionado con un
supuesto secreto pasado del cual tanto ella como Frank habrían dejado en
Alemania. Quizás, el hecho de que este caso no se hubiese resuelto, de
que la justicia no actuará da ese sentido tan legendario de una posible
organización Nazi. En España para la década de los 70's habían llegado
muchos nazis que están en situación de refugiados en la isla.
Ritos,
misterio y conspiración ya forman parte del oscuro homicidio de las
marionetas, un insólito episodio de la España negra por el que muchos
amigos de Ingeborg no han dejado de luchar del que prometen no dejar
jamás que caiga en el olvido, y que a su vez sea como un homenaje a la
actriz alemana, cuya historia sigue siendo hoy día un gran misterio.
Fuente: El pabellón del enigma
LA DULCE INGEBORG: PERFECTA COMBINACIÓN DE DANZA Y MUÑECOS
En 1977, en un departamento en Ibiza, es encontrado, rodeado de
marionetas, el cuerpo sin vida de Ingeborg Schaefer. La mujer, que se
dedicaba al teatro infantil, era esposa del simpatizante nazi, Frank El
Punto. El crimen nunca fue resuelto, pero se sospechaba de simpatizantes
nazi que temían que los textos que escribía Ingeborg fueran a delatar a
los de sus filas, que a esa altura, eran buscados por la justicia
alemana.
Esta es la historia policial que inspiró a la compañía chileno española Au Ments de danza teatro, para llevar a cabo La dulce Ingeborg,
espectáculo realizado con fondo Iberescena 2013, que une danza
contemporánea con la manipulación de títeres de mano. Es ejecutado por
Andrea Cruz y cuenta con dramaturgia de Nona Fernández y dirección de
Tomeu Gomila y la misma intérprete.Llama la atención la solidez del espectáculo al lograr una convivencia armónica y efectiva entre el cuerpo de la bailarina, con movimientos cercanos a la danza contemporánea, y la manipulación de títeres de mano. De esta manera, intérprete y muñeco se instalan como personajes independientes que interactúan entre sí y logran crear tensión y llevar a cabo la acción de la historia.
Al iniciar, el escenario en penumbra, permite distinguir los títeres esparcido por el suelo, junto con la máquina de escribir. Es la escena del crimen. Luego de unos segundos, el espectador asiste a una los últimos estertores previos a la muerte, cuando la mujer ejecuta un leve y reiterado movimiento en que piernas y cabeza ascienden para caer como peso muerto. Pero no es solo la mujer la que agoniza, sino también los títeres, los cuales caen y se levantan gracias a un cuidado y sencillo sistema de tensores unidos a la máquina de escribir (que el espectador toma unos segundos en descubrir). Luego de la agonía sólo un personaje sobrevive, es el títere que representa al esposo de Ingeborg. Él, al darse cuenta del horrible crimen, intenta despertar a la mujer, moviendo sus piernas y brazos. Con mucha delicadeza, y dando la espalda al público, Andrea Cruz logra que el público crea en esta fantasía y vea al títere desesperado por resucitar a su creadora.
Desde aquí en adelante, se desplegará un racconto que pondrá ante nuestros ojos la historia de Ingeborg: un paseo por la playa con Frank, el montaje de un teatrillo para alegrar al enfermo esposo, la muerte del mismo, su dedicación al teatro para niños, el proceso de creación que da vida a los personajes, el miedo, la persecución y el asesinato. Se mezclan así el nivel de la fantasía creada por Ingeborg a través de los muñecos con el nivel del relato de su propia historia, de su propia muerte.
A lo largo de la obra, una voz radial va entregando al público distintos antecedentes del crimen, tanto aquellos relacionado con los horrores de la Segunda Guerra Mundial, como los avances de la investigación policial. Las voces de los personajes también son grabadas, pues Andrea Cruz permanece en un religioso silencio durante toda la obra.
Una escena destacada es aquella en que Ingeborg va dando vida a sus personajes a través de la escritura. A medida que ella tipea en la máquina de escribir y se acerca al público, los títeres cobran vida, gracias al sistema de tensores, y quedan colgados en el escenario para bailar y cuchichean con Ingeborg. Desde este momento, el miedo se irá apoderando de la mujer, la sombra irá abarcando el escenario, el movimiento se irá quebrando hasta que dos bobos malignos, interpretados por títeres, inicien un juego siniestro que acabará en “el crimen de las marionetas”, nombre con el cual fue conocido el caso policial.
Además de lo logrado de la propuesta a nivel estético, con un destacado trabajo de dirección, de musicalización y con una iluminación que potencia el juego de luz y sombra (diseño integral de Eduardo Jiménez y Andrea Cruz), la obra es capaz de recoger la ambivalencia y la tragedia de personajes como Ingeborg, que por ser simpatizantes de regímenes monstruosos, acaban siendo víctimas de su propia consciencia.
Fuente: La Pollera
No hay comentarios:
Publicar un comentario