viernes, 25 de julio de 2014

MUSICA - ILEGALES

                                            DOCUMENTAL ILEGALES (1º PARTE)





Ilegales

¿Qué es el rock and roll, sino un ejercicio de arrogancia?
 


“¿Qué es el rock and roll, sino un ejercicio de arrogancia?”. Con estas palabras termina Jorge Martínez, guitarrista, cantante y líder absoluto de Ilegales, su saludo inicial en el concierto de celebración de los veinte años de la banda asturiana, que tuvo lugar en la plaza de la Catedral de Oviedo el 9 de septiembre de 2002. Y es que, además de su música, en cuanto a actitud Ilegales destilan rock and roll por los cuatro costados, tal y como lo entiende este grupo: energía, rapidez, insolencia, provocación, incorrección política y, en resumen, chulería. Además de la actitud, reflejada en sus declaraciones, conciertos y, sobre todo, en sus canciones, no les falta, ni mucho menos, calidad como músicos. Jorge Martínez se ha fabricado un personaje y una leyenda para su banda en la que ya es difícil saber, a estas alturas, qué es verdad y qué es mito. Lo que no ofrece dudas es que estamos hablando de un excelente guitarrista, de un músico con una gran cultura musical, tremendamente perfeccionista con el sonido y que sabe en todo momento qué música quiere hacer. Sus canciones están muy trabajadas, tanto su sonido como los textos, y elige concienzudamente a los músicos que pasan por su banda. Tiene una peculiar forma de componer las letras, buscando frases contundentes y lapidarias y, de forma general, prescinde casi por completo de la rima en sus canciones, que reflejan una mirada dura y ácida sobre el mundo marginal, callejero y la supervivencia en la jungla urbana; la fatalidad sobre los personajes, seres antisociales, incapaces de escapar del mal, y la violencia en un mundo donde los débiles terminan mal, alternan con letras surrealistas, presididas por el cinismo y el humor negro, e incluso directamente la provocación.
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Jorge María Martínez García nació en Avilés, creció en Gijón y vive en Oviedo, donde había cursado sus estudios universitarios en los años 70, en la Facultad de Derecho. Es un apasionado de las guitarras, instrumento del que es gran conocedor y coleccionista: posee más de cuarenta. También colecciona soldaditos de plomo y, aparte de la música, le gusta el  buceo y los peces tropicales. En 1977, después de militar en varios grupos que, según sus palabras “lo que pasó es que me echaron o se disolvieron violentamente”, junto con su hermano Juan Carlos y el batería David Alonso forman el trío Madson, que dos años más tarde cambiaría su nombre a Los Metálicos. Tras el abandono de Juan Carlos Martínez y la entrada en el grupo del bajista Íñigo Ayestarán, la banda se rebautiza de nuevo y es así como, en 1981, nacen los Ilegales.
Por iniciativa de David Alonso, graban una maqueta y la presentan al concurso pop-rock Villa de Oviedo, que ganan. Este premio les da derecho a participar en un disco colectivo, titulado “Primera Muestra de Pop Rock en Asturias” (Sociedad Fonográfica Asturiana, 1981), junto con otros tres grupos asturianos, Sombrero de Copa, Rimmel y Squizo, de los que no se ha vuelto a saber nada. Cada uno de los grupos tenía derecho a incluir dos canciones en el citado recopilatorio, pero Ilegales consiguen incluir tres: "Europa ha muerto", "La fiesta" y "Princesa equivocada".
La discográfica independiente Arrebato!, viendo el potencial mostrado en esas canciones, les ofrece grabar un single. El grupo acepta y, de esta manera, se edita “Revuelta Juvenil en Mongolia / La Pasta en la Mano” (Arrebato!, 1982). Además, los propietarios de los estudios Norte, en los que se registraron las canciones del citado disco colectivo, Pedro Bastarrica y Rene de Copedeaud, les ofrecen grabar un álbum completo con la idea de vendérselo luego a una discográfica. Paco Martín, entonces en Ariola, compra la producción de este disco, que se edita por la discográfica creada al efecto, con el título de “Ilegales” (Hi-Fi Electrónica, 1982) , utilizando los canales del sello. 
 

Nada más salir a la calle el debut, Íñigo deja el grupo, siendo sustituido por Willy Vijande, que venía de tocar el bajo en el grupo punk asturiano Suybalen y Terlenca. Tras una campaña de promoción en la que, según Jorge Martínez, es decisivo el locutor de Radio3 Jesús Ordovás, (“Me pasó todas las direcciones de todos los programas a los que tenía que ir, de toda la gente que tenía que ver para hacer una campaña de promoción”), Ilegales se recorrerá toda España, tocando en cualquier ciudad o pueblo donde les es posible, y ganándose al público con un directo más que convincente, repleto de energía y de insolencia. Mucho más salvaje que sus discos y que se hace famoso tanto por su manera de interpretar las canciones y su presencia en el escenario, como por las proclamas de Jorge Martínez, en la línea de sus letras, desafiantes y provocativas. Se logrando hacer con un público fiel, por tanto, de forma que el disco, con portada de la fotógrafa Ouka Lele, se vende muy bien. Tanto como que se agota y acabaría reeditándose en 1984 por Epic.
Al año siguiente, la Sociedad Fonográfica Asturiana les edita un single con dos de los temas anteriormente registrados para el citado recopilatorio, “Europa ha Muerto” (Sociedad Fonográfica Asturiana, 1983). Ese mismo año entran de nuevo en un estudio para grabar su segundo larga duración, “Agotados de Esperar el fin” (Epic, 1984), pasando a una discográfica más grande gracias a la mediación del cantautor asturiano Víctor Manuel, quien compra los derechos de la Sociedad Fonográfica Asturiana y la integra en EPIC-CBS, de la que era accionista. Esto les garantiza tener la adecuada distribución y promoción, en un momento especialmente importante para la banda, que estaba en la cima de su popularidad, vendiendo grandes cantidades de copias para un grupo de su estilo y características.
Pocos meses después sacan su tercer disco, “Todos Están Muertos” (Epic, 1985), producido ya por el mismo Jorge Martínez, nada satisfecho con el sonido del anterior. Se trata de un trabajo lleno de humor negro en el que endurecen, si cabe, su propuesta, sobre todo en cuanto a letras se refiere. Este es el momento de máximo éxito de la banda, vendiendo muchas copias y dando, por fin, el salto, con la primera de sus giras por Sudamérica donde, con el tiempo, se han convertido en un grupo de los grandes, llenando grandes recintos y vendiendo muchos discos (incluso su página web oficial se gestiona desde allí).
Ilegales aprovecha este gran momento para crear su propio sello discográfico, productora y editora musical, con el fin de grabar sus discos bajo su propio control exclusivo, sin presiones de las compañías, a las que después ofrecen el material ya grabado. Este sello, bautizado como Discóbolo Records, se estrena publicando un directo, “Directo” (Discóbolo, 1987), en el que recogen un concierto grabado en la discoteca Big Ben de Mollerusa, en la provincia de Lleida. Es entonces cuando se plantea la posibilidad de realizar una gira más larga por América Latina.
Antes de dar comienzo a la misma, David Alonso, el batería, sería sustituido por Alfonso Lantero. El directo pone fin a un ciclo en la banda, ya que para el siguiente disco Jorge Martínez decide introducir bastantes cambios en el sonido de Ilegales, con la inclusión de un teclista, Antolín de la Fuente, y un saxofonista, Juan Flores, conocido como El Hombre Lobo de Mieres. Con esta formación graban el disco “Chicos Pálidos Para la Máquina” (Hispavox, 1988). En algunas tiendas, con las primeras copias regalaban un single con dos temas inéditos, “Con la Niebla / Acabaremos Mal (Hispavox, 1988), canciones que se incluirían más tarde al reeditarse el disco en formato CD. Tras este disco, los Ilegales se embarcan en una gira que les llevará por toda España, Sudamérica y, por fin, Europa, terminando en Berlín.
En este momento, Willy Vijande abandona el grupo debido a discrepancias con Jorge del camino a seguir, y es sustituido en principio por Alejandro Felgueroso y posteriormente por Rafa Kas, conocido como Nenuco, que es quien participa en la grabación de su siguiente disco, continuando en la misma línea: “(A la Luz o a la Sombra) Todo Está Permitido” (Hispavox, 1990). Después de este disco Jorge Martínez decide tomarse un año sabático, momento que aprovechan Rafa Kas y Alfonso Lantero para continuar su carrera como músicos, integrándose en los Desperados. De modo que, para el siguiente disco, se incorpora un nuevo batería, Jaime Belaústegui, y regresa al bajo Willy Vijande.

 

Con esa formación el grupo graba “Regreso al Sexo Químicamente Puro” (Hispavox, 1992). El último para Hispavox, en una línea parecida a los anteriores, da ciertos síntomas de agotamiento lo que, unido a que los tiempos, en el mercado y en los gustos discográficos, empiezan a cambiar, hace que los Ilegales dejen de tener tanta repercusión y pasen a un segundo plano aunque, eso sí, manteniendo una base fiel de incondicionales tanto en España como, sobre todo, en Latinoamérica. Al terminar la gira de este disco y aprovechando el paréntesis que vendría después, Willy deja definitivamente el grupo, formando, junto con Rafa Kas, los Electric Playboys. “El momento de Ilegales ya había pasado, y era todo muy difícil” diría años después el bajista.
Es sustituido por Alejandro Blanco, con el que graban “El Corazón es un Animal Extraño” (Avispa, 1995), un disco más oscuro, con introducción de sonidos soul y hasta funk, para el que Jorge decide prescindir también de los teclados, quedando la formación reducida a cuarteto. Formación de cuarteto que repetirían, con un cambio de batería, entrando Rubén Mol, para la grabación de su siguiente entrega, una vuelta al rock salvaje y básico de sus inicios, “El Apostol de la Lujuria” (Avispa, 1998). Después de esta entrega, el grupo desaparece del mapa, momento que aprovecha Jorge Martínez para realizar otras actividades, como aparecer, con su habitual espíritu provocativo y polémico, en tertulias y programas de debate televisivos, en Canal Sur o en la cadena privada Telecinco, en el programa Moros y Cristianos.
Casi cinco años después, Ilegales se vuelven a reunir volviendo al formato de trío: Jorge Martínez, Alejandro Blanco y Jaime Belaústegui, quienes, para celebrar sus veinte años de vida, el 9 de septiembre de 2002 celebran un concierto en la Plaza de la Catedral de Oviedo, que sería grabado para editar un doble CD y un DVD. Para ello fueron invitados a subir al escenario la práctica totalidad de los músicos que pasaron por la banda: los bajistas Willy Vijande, Rafa Nenuco y Alejandro Felgeroso, los baterías Alfonso Lantero y Rubén Mol, el saxofonista Juan Flores y el teclista Antolín de la Fuente. El concierto se editaría con el título de “El Día que Cumplimos Veinte Años” (Santo Grial, 2002).
Tras la publicación de este disco, se embarcan en una nueva gira por Sudamérica, y crean su propio sello discográfico, La Casa del Misterio. En este sello editan un nuevo disco, “Si la Muerte me Mira de Frente, me Pongo de Lao” (La Casa del Misterio, 2003), un disco en el que siguiendo la línea del anterior, recuperan la fuerza de antaño: contundente, rabioso y salvaje. Además, este sello está tratando de recuperar sus primeros discos, que llevan tiempo descatalogados, con el fin de reeditarlos remasterizados y con extras. De momento, el año 2005, ya lo han hecho con su primer disco, “Ilegales”, añadiéndole sus primeros singles.
Finalmente, y a través de su alianza con el sello Pop Up, surge la oportunidad de reeditar, por fin, todos los discos de la banda. En vez de hacerlo poco a poco deciden editar toda la discografía de un solo golpe, incluyendo alguna maqueta inédita y temas grabados para la ocasión: el resultado son nueve compactos envueltos en una caja de cartón, a la que añaden un libreto con información, anécdotas y la historia de cada disco, y que titulan “126 Canciones Ilegales” (2010, Pop Up).

 
Como todo no van a ser buenas noticias para sus seguidores, este lanzamiento se hace, coincidir con la despedida de los Ilegales para dar paso al nuevo proyecto, Jorge Ilegal y los Magníficos, en el que los miembros de Ilegales, acompañados por otros músicos, van a dedicarse a recuperar sonidos añejos, como si de una orquesta de los años 40 se tratara, incluyendo, claro está, la recuperación de instrumentos de época, algunos de ellos auténticas piezas de museo.
Es esta formación la que graba la última canción de Ilegales, que haría el número 127. Aunque no estaba previsto grabar nada más con el nombre de Ilegales, Acordes por la Paz les solicita participar en un recopilatorio a beneficio de Médicos Sin Fronteras. En él, multitud de bandas de diferentes procedencias rinden homenaje a los Beatles por su 50 aniversario. Esta versión finalmente es la de “I should have known better” y, según el propio Jorge Martínez “puede ser la última canción grabada por Ilegales o la primera grabada por Los Magníficos, según se mire, y la cantamos en un inglés igual de malo que el español con el que los Beatles cantaron el 'Bésame mucho'.”
Como despedida, en la primavera del año 2010 los Ilegales se integran en una gira que, el título de “Adiós Amiguitos” y con inicio en el festival Wanted de Zaragoza, les iba a llevar por siete ciudades españolas e iba a tener como colofón un concierto en el Festival Internacional de Benicàssim, el 16 de julio, con un repertorio elegido por sus fans a través de Internet.
Finalmente, y debido a la fuerte demanda generada, la gira se extiende hasta bien entrado 2011. Se despiden de Madrid con un concierto en la Sala Penélope el 11 de diciembre, que fue grabado por Radio 3 y emitido el 4 de marzo de 2011.
“Adiós Amiguitos” finaliza ya en el mes de febrero con un concierto en la Sala Camelot de Santa Pola, en la que Ilegales se despiden de los escenarios españoles, aunque no de su público, ya que, a través de la página de la revista Rolling Stone, la banda se despide el 13 de marzo con un mini set de seis canciones, elegido por los fans, grabado en sus propios estudios: La Casa del Misterio.
La trayectoria de Ilegales se cierra con una serie de conciertos en América, en lugares como Quito o Guayaquil.

Rafa Garcia-Purriños (La Fonoteca)


 

domingo, 13 de julio de 2014

BOXEO - "CANELO" ALVAREZ GANA A ERISLANDY LARA POR DECISION DIVIDIDA

     GOLPE A GOLPE: SAUL "CANELO" ALVAREZ VS ERISLANDY LARA FACE OFF


'Canelo' Alvarez gana al cubano Lara



Dos jueces dieron la pelea 115-113 uno para cada uno, mientras que el tercero marcó 117-111 a favor del mexicano


 El mexicano Saúl 'Canelo' Alvarez venció el sábado en Las Vegas al cubano Erislandy Lara con división dividida (2-1) y se llevó el cinturón interino superwelter de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB).
Dos jueces dieron la pelea 115-113 uno para cada uno, mientras que el tercero marcó 117-111 a favor del mexicano.
El azteca, excampeón del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), dejó ahora su récord en 44-1-1 y 31 KOs, mientras que el cubano se fue con 19-2-2 y 12 KOs.
En un discutido fallo, 'Canelo' salió con los brazos en alto pero para muchos inmerecidamente, pues, incluso, en los pases televisivos en el intermedio de los asaltos la camera lenta recogía mayormente los efectivos golpes del cubano.
En los tres primeros asaltos, con una pelea inteligente a distancia, el cubano Lara parecía tener cierta ventaja en las tarjetas, acciones que desesperaban desmasiado al mexicano.

BUEN RITMO DE LARA

El cuarto, quinto y sexto Lara seguía con el mismo ritmo al estilo de Floy Mayweather Jr.; entra pega y sale, y el 'Canelo' se veía desconcertado con muchos golpes que se perdían en el aire.
En el séptimo, el mexicano le dio un gancho de zurda al cubano que le cortó el arco superciliar derecho, mientras el 'Canelo' tenía ya el pómulo derecho hinchado.
Del noveno al duodécimo, pese a la agresividad de 'Canelo', Lara continuó con su dominio manteniendo su jab para marcar la distancia y con el 1-2 (derecha e izquierda) parecía que seguía sacando ventaja en las tarjetas.
Las votaciones hablan por sí solas; una para Lara (115-113) y dos para 'Canelo', una 115-113 y la otra desproporcionada totalmente (117-111).

SIN APRENDER

Al parecer el 'Canelo' no aprendió mucho, como dijo recientemente, con la pelea que perdió con Mayweather Jr. el 15 de septiembre, pues no respondió como hubiera querido a la estrategia del cubano.
Por su parte, Lara, quien estaba originalmente programado para defender su campeonato mundial superwelter de la AMB contra el estadounidense Ishe "Sugar Shay" Smith el 2 de mayo en esta misma sede, declinó el combate para medirse a 'Canelo'.

El nuevo diario

LAS OTRAS PELEAS DE LA VELADA

En combate disputado en el MGM Grand de las Vegas el mexicano Francisco Vargas se proclamó campeón internacional superpluma de la OMB tras imponerse por nocaut técnico al puertorriqueño Juan Manuel López tras pararse la pelea al finalizar el tercer asalto.El primer asalto fue de estudio, en el segundo asalto Vargas logró conectar un gran gancho de izquierda que puso en apuros a Juanma, el mexicano no se precipitó en su ataque para evitar una contra de López.
En el tercero se incrementó la acción con un López muy valiente en un asalto con mucha acción, hubo muchos intercambios pero finalmente López no tuvo el aguante del mexicano y cayó, el puertorriqueño se levantó y acabó el asalto pero el árbitro tras consultarlo con el médico decidió parar el combate.
El gran ex campeón puertorriqueño Juanma López volvió a demostrar que debería retirarse tras volver a demostrar que ya no toma los golpes como antes, si en su anterior combate con Daniel Ponce de León el puertorriqueño se libró de ser noqueado al coger en una contra al mexicano cuando estaba a punto de perder por nocaut pero en esta ocasión no tuvo esa suerte y no puso salir a boxear en el cuarto.

Soloboxeo


 
 Mauricio ‘Maestro’ Herrera le arrebató el título superligero de la Asociación Mundial de Boxeo al venezolano Johan Pérez por decisión mayoritaria en 12 vueltas en el MGM Gran de Las Vegas.
En una batalla fragorosa, donde los dos púgiles dejaron la piel en el ring, el de origen mexicano sacó la mayor parte y conectó los mejores golpes para convertirse en monarca.
Pérez demostró una valentía indomable, además de una resistencia granítica, aguantó todo el arsenal de su enemigo, aunque al final no le alcanzó para la victoria.  
Herrera se adueñó del ring y las acciones desde el primer campanazo, metió buenas combinaciones que cimbraron de pies a cabeza al venezolano.
En el cuarto rollo, el ‘Maestro’ conectó tremendo derechazo que casi envió a la lona a su adversario, el púgil de origen mexicano persiguió a su presa por las cuatro esquinas del ring, pero nunca lo pudo cazar para terminar con él.
 Herrera se dejó llegar a Pérez en el sexto y séptimo rollo, se arrinconó en las cuerdas y recibió la metralla del venezolano. Mauricio respondió con buenos bazucazos e hizo que su enemigo se batiera en retirada.
La lona se calentó en el octavo asalto: Herrera y Pérez entraron el intercambio de cuero, ninguno de los dos gladiadores dio un paso atrás. El ‘Maestro’ salió con la mejor parte, estuvo a punto de tirar a su enemigo, pero éste sacó fuerza de quién sabe dónde y aguantó el castigo, nunca dejó de tirar candela.
Los dos púgiles cerraron con todo la batalla, estaban al palo y palo, al toma y daca, eran dos gladiadores arriba del cuadrilátero, ninguno dio un paso al costado, así como dieron recibieron.
Los jueces vieron: 114-114, 116-112 y 116-112 para Mauricio Herrera, quien se llevó la victoria y el cinturón por decisión mayoritaria.
Univision

 

Abner Mares tuvo una vuelta exitosa al ring, aunque no lució se llevó un importante triunfo ante Jonathan Oquendo en el MGM Grand de Las Vegas.
Una contienda difícil, bastante atropellada, donde ninguno de los dos boxeadores pudo enseñar sus mejores armas, al final el mexicano gana, pero tuvo una noche complicada.
El primer episodio fue de estudio, los dos querían ofender, pero siempre se encontraban y caían en el clinch, un episodio bastante trompicado.
La contienda se destrabó un poco en el tercer episodio, Oquendo logró meter dos buenos golpes a la zona media de Mares, quien sintió el poder del boricua y dio un paso para atrás, Kenny Bayless detuvo un momento las acciones para revisar un corte en la ceja izquierda del mexicano.
La herida en el rostro de Abner fue producto de un choque accidental de cabezas.
Mares y Oquendo tenían dos estilos difícil para cada uno, les costaba trabajo acomodarse en el ring, ninguno podía adueñarse de las acciones, era un combate muy complicado.
La contienda se tornó muy ríspida, se abrazaban de más. La batalla recorrió toda la ruta y la decisión recayó en los jueces.
Univision
 

viernes, 11 de julio de 2014

LITERATURA - EPILEPTICO - LA ASCENSION DEL GRAN MAL

 

EPILÉPTICO
LA ASCENSIÓN DEL GRAN MAL

Estar vivo y ser humano son condiciones que casi siempre llevan aparejadas enfermedades de nombres pintorescos, a menudo incomprensibles. ¿A qué se refiere David B. con “el gran mal”? Como primera y obvia respuesta estalla un “¡epilepsia!”, la misma epilepsia que da título a la novela gráfica, la “enfermedad sagrada” que tocó el espíritu y ocupó el cuerpo del propio hermano del autor desde la infancia, allá por la década de los 60.
Pero a medida que se avanza en la umbrosa lectura de la historia, se gana la certeza de que la dolencia  maligna es otra: el “gran mal” radica en los esfuerzos extremos que realizan los padres en la búsqueda de una cura; al objetivo difuso que persiguen, disparando al aire o escondiendo la cabeza en la tierra, sin reconocer que el hijo desea estar enfermo. Como todo niño que no haya sido domesticado por su medio inmediato, Jean-Cristophe es un megalómano que se identifica con Hitler y los grandes dictadores del siglo XX, y que aspira a vivir permanentemente en ese ambiente protegido, controlado, pero también dominante y tiránico, de la infancia.
 

En esa lucha cotidiana que llega a convertirse en cruzada, los padres arrastran a toda la familia, David B. incluido. De neurocirujanos que se relamen ante la perspectiva de trepanar y rebanar, hasta macrobióticos gurús y magnetizadores, cualquier remedio que permita mantener la esperanza de la recuperación sirve. Los cinco miembros de la familia, convertidos en una única célula enferma, pues, prueban todas las curas imaginables, acupuntura y exorcismo, videncia y astrología. La epilepsia contagia a la familia al completo.
Este cómic autobiográfico, que recoge en un único volumen los seis álbumes que David B. publicara entre 1996 y 2003 para la editorial L’Association de la que también fuese cofundador, resulta turbador por su subjetividad. Cuenta la historia de la familia, retrotrayéndose aquí y allá a los tiempos de las grandes guerras o rememorando aspectos de la guerra de Argelia; pero muy especialmente, narra el largo proceso decenal en el que David B. aprende a dibujar la enfermedad de su hermano, la de su familia, y la suya propia. Lo hace en blanco y negro, con el mal vestido de monstruo-serpiente que atraviesa el cuerpo del hermano o que escapa por la boca, y sin ahorrarse las crudas referencias al deseo de morir y de matar. En un ambiente laberíntico e irreal preñado de referencias al esoterismo y al fantástico, David B. mantiene conversaciones nocturnas con los fantasmas (el hombre-pájaro, el diablo, la muerte, el gato con chaleco) que pueblan el bosque de Olivet donde la familia reside; sueña y dibuja cruentas batallas; vive en comunas macrobióticas;  se desespera en un dolor sin límites; y, al final, logra poner en imágenes coherentes ese confuso peregrinar por las tierras de la penumbra.
 
En Epiléptico. La ascensión del gran mal, la epilepsia pone al descubierto la fragilidad y las incertezas de la existencia, y da nombre a un mal que en realidad no lo tiene. El mal es estar vivo. El mal es la desarmante humanidad.
Fuente: En la lista negra
 
"Cuatro cosas es necesario extinguir en su principio: las deudas, el fuego, los enemigos y la enfermedad." Confucio 

 (prólogo de la hermana de David B.)
 
París, 2 de octubre de 1.996
Querido David:



Me has pedido a mí, a tu hermana pequeña, que escriba este prefacio. He aceptado sin dudarlo, adulada y conmovida. Y es que amo profundamente lo que has conseguido. 

Has transportado a las viñetas de este álbum las sombras de nuestra infancia. Yo no soy como tú, no tengo esos recuerdos tan densos y exactos. Mi memoria es como la pepita de una fruta, compacta y oscura, que contiene todo mi saber. La única certeza de mi vida es la enfermedad de Jean-Christophe: la epilepsia del gran mal. Por otra parte, es algo que no deja de ser curioso, ya que siempre me la imaginé como una poderosa pepita alojada en los meandros de su cerebro.



Tú siempre le diste gran importancia al detalle exacto, a la reconstrucción fiel. Recuerdo toda la documentación histórica que acumulabas en tu cuarto y que te servía para reproducir en tus dibujos el traje de un soldado, la gualdrapa de un caballo... Cuando eras pequeño, querías ser "profesor de historias". Lo has conseguido.
 
A veces, alguien me pregunta: "¿Cómo está tu hermano?"
"Bien, está bien ... ", digo y paso a enumerar una serie de datos sobre lo que haces, sobre tus proyectos, sobre tus amores. Es entonces cuando mi espíritu se divide y respondo a esta pregunta en mi interior, refiriéndome a mi OTRO hermano. Pero nadie conoce a mis dos hermanos, y mi segunda voz queda estrangulada a medio camino entre el corazón y la garganta.

Quisiera hablar de nosotros. De nosotros tres. Éste es el recuerdo que me es más querido: haz memoria, estábamos en Bourges, en casa de los abuelos. Los tres dormíamos en el mismo cuarto. Jean-Christophe junto a la puerta, tú a su izquierda y yo en la cama pequeña al lado del armario. Tito, Fafou y Sicoton.

Apenas se apagaba la luz, aterrizábamos en el planeta Marte y cada uno describía lo que veía: seres extraordinarios, monstruos a los que hacíamos huir... porque éramos grandes cazadores. Desvariábamos en voz baja formando un coro fraternal e infantil. Acabábamos con gigantescos banquetes de muslos de dinosaurio y sandías gigantes, antes de sumirnos embriagados en el sueño que terminaba con esa unión fugitiva y cristalina.

Y ya está. Tras todas nuestras epopeyas, me he convertido en personaje de historieta y maestra de escuela. A veces, me cruzo con niños que se nos parecen.

Un abrazo muy fuerte. Te quiero.

Florence
 
Viñeta de David B hacia el final del comic, que me gusta mucho ----------------------------------------------------------------------------------------
A veces hay en nuestras vidas de todo. Quedan recuerdos buenos entre otros que no lo son tanto. Yo también me sentí parte de una familia más o menos feliz alguna vez, y eso es algo que no puede decir todo el mundo. Hay quien no sabe lo que supone tener hermanos, o un padre, una madre, o incluso quien no ha probado nada de eso cuando niño.

Dentro de este comic, David B. muestra cómo sus padres, llevados por una desesperación obsesiva, concatenan alocadamente esfuerzos para ayudar a un hijo en detrimento de los otros dos y de si mismos. Florence, hermana de David, intenta suicidarse en una ocasión y él internamente se debate con vigor entre los ecos de sus pensamientos, sus cómics y sus conductas de supervivencia. Gracias a su pequeña estrategía supera, en mejor o peor modo, las grandes dificultades a que se ve sometido un niño, un adolescente, un joven, que desea poder llevar la vida de un hombre normal, algún día.
Ser un hombre normal no es algo sencillo, si se desea cumplir con las exigencias de la avanzada sociedad capitalista global que nos gobierna de forma tan compleja y acomplejante, donde los individuos que la forman son, vistos de forma individual, poco más que otro producto con una amplia gama dentro del mercado de la oferta y la demanda.

Jean-Christophe, el hermano que padece epilepsia, es un muchacho que se ha rendido, vencido por una enfermedad que los demás hemos convertido en excluyente, señaladora, aterradora, demencial... ¿qué más puede decirse de algo que se desconoce?

Habrá personas que lucharán contra la epilepsia, como muchos presentan batalla a tantos problemas, pero también habrá quienes se rendirán, como muchos se rinden ante sus propias pesadillas. Jamás me atrevería a criticar a Jean-Christophe por su actitud y siento lástima, pero no por él sino por el resto de su familia. Y siento odio por todas las personas que se alimentan de las esperanzas más tiernas de los demás, de sus ilusiones y ganas por evitar el dolor a quienes aman. Odio a los vendedores de falsos remedios y de entre los profesionales de la medicina, odio a aquellos que tratan a sus pacientes como cobayas para experimentos, y a los que perciben regalos de las empresas farmacéuticas a cambio de recetas como a los que no se preocuparon como debían de sus pacientes ahora muertos.

(Y siento mucha rabia, dicho sea de paso, contra los malditos cerdos políticos que nos están  robando en España a nuestros buenos especialistas, nuestros médicos buenos o malos, porque eran los que teníamos, y que nos quitan profesores, y ayudas, y restan en la pensión del abuelo al tiempo que aumentan los impuestos... es tanto...)

Y finalmente, tras 7 años trabajando David en este tomo, el texto escrito nuevamente por su hermana Florence, con sencillez y la lucidez de una persona madura. De Jean-Christophe, siento no haber encontrado una foto.
 

EPILOGO

No sé qué puedo decir ahora. Te había prometido salir en el último tomo, sin ninguna idea preconcebida, sólo por lógica personal y por ese cariño básico hacia las cosas que van emparejadas: antes después, nunca siempre, prólogo epílogo... esa puntuación binaria de mis angustias... un billete para la ida, este otro para la vuelta. Sabía que entre el aquí y el allí pasaría mucho tiempo y muchas cosas, pero no tenía pensado escribir algo concreto. De hecho, no me esperaba nada, creyendo que ya nada podía sorprenderme. Creía haber terminado de crecer y que la vida ya sólo sería un apagarse poco a poco.

Y han pasado muchas cosas: las pasiones llenas de ruido y de rabia y el exilio de cada uno. Yo he pasado el mío en los terrenos de la locura, en lucha constante, esperando a que todo se acabase y la vida pasara. Pero la vida se nace valer con la certeza de tener derecho a hacerlo y de saberse milagrosamente impune. Sin reserva o contención alguna.
Por fin tuve derecho a la cara B.
La hemos llamado Paul.


A veces, a menudo, lo miro y me parece ver en su cara un poco de todos nosotros. Tiene ojos azules, como Jean-Christophe. Lo encuentro tan guapo como lo eras tú. Siempre me ha llamado la atención, y he envidiado, lo guapo que sales en las fotos viejas.
Me parece que, de los tres, yo fui la menos regalada por la naturaleza, la más insignificante. Jean-Christophe era infinitamente encantador, un angelote rubio de ojos azules, redondito y pilluelo.
Tú eras guapo. Sin reservas. Con una boca de extremada belleza, mofletes y ojos inmensos y oscuros.

Cada vez juego menos a ese puzle genealógico. Cuando nació, en el ala de maternidad, veía en la línea de su perfil a su bisabuelo Félix. Unas semanas más tarde, viéndolo tumbado, me recordó una foto de su abuelo desnudo sobre una piel de oso.
Luego me di cuenta de que, desde el nacimiento del cuello hasta la punta del dedo gordo del pie -una extensión que representa un porcentaje nada desdeñable- tiene la misma percha que su padre.
Podría seguir abundando en esto, pero me contendré de momento, en vista de que no parece interesar mucho al resto del mundo.

Y vale ya. Remataré mis motivos acerca de mi participación en el primero y en el último tomo de esta obra diciendo que quería estar segura de que tendría un final feliz. Como dice Remy, y gracias a él, aún hay vida después del Gran Mal.

Un beso con algo más que ternura a mi marido y a nuestro hijo, a mis dos hermanos, a mis padres, y a todos los que nos han hecho como somos.

Florence.
 
Fuente: Unaflorsobreelgarrotevil.blogspot.com


viernes, 4 de julio de 2014

CRIMINOLOGIA - PEDRO ALONSO LOPEZ "EL MONSTRUO DE LOS ANDES"

                                 CRONICAS RCN "EL MONSTRUO DE LOS ANDES"



 
"Este asesino confesó haber violado y asesinado más de 300 niñas. Su de sangre pasó por Los Andes de , Ecuador y Perú. Siempre mataba a las víctimas de día, pues adoraba el “momento divino” en que observaba “cómo se iba apagando la luz de sus ojos”.

 

Nacido en la miseria

 
Pedro Alonso López nació en 1948 en Santa Isabel, dentro del departamento colombiano de Tolima. Su padre, Megdardo (o Medargo) Reyes, fue miembro del Conservador de Colombia: murió víctima de un cruce de balas acaecido en medio la guerra civil de aquel entonces, justo seis meses antes del nacimiento de Pedro Alonso. Así, a Pedro le tocó nacer sin padre y como el séptimo de 13 hijos, en medio de un hogar marcado por la pobreza.
 A los pocos meses Pedro fue llevado a la población de El Espinal. Allí, según Pedro, su madre Belinda López Castañeda ejercía la prostitución en casa y sus hijos, que dormían todos en una gran cama (pequeña para tantas personas) cuya habitación estaba separada por una insignificante cortina, veían y/o escuchaban las obscenas interacciones de su madre con los clientes.
Años después, intentando justificar un tanto sus infamias, Pedro diría que su madre fue una dominante, maltratadora y tirana, una mujer que, tras sorprenderlo palpando los pechos de una hermana menor en medio de un intento por tener sexo con ella, lo expulsó de la casa e incluso, cuando Pedro regresó al día siguiente, se encargó de meterlo en un bus y abandonarlo a unas 200 millas de casa.

 
A los ocho años Pedro abandonó su hogar. Él dice que su madre (arriba) lo echó al encontrarlo manoseando los senos de una hermana menor, pero su madre no solo niega esto sino que además agrega que nunca lo maltrató, que fue afectuosa con él y que creyó que lo habían raptado el día en que él desapareció.

Muy distinta es sin embargo la versión de doña Belinda, quien dijo que fue una madre cariñosa y hasta comentó, recordando con cierto cariño, que Pedro Alonso quería ser profesor cuando era niño. Además agregó que nunca lo encontró tocando los pechos de su hermana y que nunca lo echó de casa. En relación a eso, un documental de Biography Channel —en el cual la madre de Pedro declara todo lo susodicho—afirma que en realidad Pedro escapó y que su madre creyó que lo habían secuestrado, ante lo cual lloró desconsoladamente y después habló con un supuesto testigo, quien dijo haber visto a Pedro yendo a Cali con un .
En todo caso, Pedro terminó en las peligrosas calles de Colombia, un país que en aquel entonces tenía una tasa de criminalidad mucho mayor a la de cualquier otro país; y Pedro, con tan solo ocho años, habría de comprobarlo por cuenta propia…


La raíz del mal

Cierto día, cuando Pedro estaba en las calles, un hombre mayor se acercó amablemente a él para ofrecerle comida y un lugar para vivir. Ante tanta generosidad y una actitud de compasión aparente, el ingenuo niño aceptó y se fue con el extraño. Después, en vez de alimentarlo, el hombre lo llevó a un edificio abandonado y lo sodomizó no una, sino muchas veces, tras lo cual lo dejó abandonado en la calle…
 Estando en las calles y teniendo ocho años, Pedro fue engañado por un hombre mayor, llevado a un edificio abandonado y sodomizado. Años después dijo: “Perdí mi inocencia a la edad de ocho años, así que decidí hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera”.

Años después, Pedro dijo que había llegado a ser lo que era por el impacto que le produjo ver a su madre prostituyéndose y, aún más, por la violación de la que fue víctima a sus ocho años: “Perdí mi inocencia a la edad de ocho años, así que decidí hacer lo mismo a tantas muchachas jóvenes como pudiera”.


Un rescate temporal

Luego de su terrible experiencia Pedro se volvió temeroso y desconfiado ante los extraños. Fue éste Pedro traumatizado el que en medio de las calles aprendió el lenguaje de la violencia…

De niño Pedro tuvo que ser un gamín (niño de la calle) y asociarse con otros gamínes para protegerse de posibles violadores, de ladrones o perros callejeros. Siendo gamín aprendió a fumar bazuco (droga derivada de la cocaína), a conseguir comida de la calle y vivir la violencia como algo diario, ya que a veces los gamínes se disputaban a cuchillos (arriba) las bancas, los edificios abandonados y otros lugares para dormir.

Como muchos niños, Pedro estaba expuesto a posibles abusos por parte de adultos extraños. Era un “gamín” (así les dicen a los niños de la calle en Colombia) y como tal tenía que asociarse a otros gamines si quería sobrevivir. Pero tal asociación no estaba exenta de terribles males: fue entre los gamines de su grupo donde aprendió a fumar bazuco (forma impura y muy tóxica de la cocaína) y donde a veces tuvo que participar en las espantosas peleas a cuchillos que se daban entre grupos de gamines cuando había disputa por bancas u otros lugares propicios para dormir como callejones o edificios abandonados. Esos, y otros males como tener que buscar comida en la basura, fueron las cargas que Pedro soportó hasta que a sus nueve años, después de andar de vagabundo unos días en (a la cual llegó por su cuenta), fue rescatado por una pareja de ancianos estadounidenses.
Naturalmente Pedro aceptó al ver que, tratándose esta vez de un hombre que tenía a su mujer y que además era bien mayor, la situación no podía ser peligrosa. Además en ésta ocasión la actitud del potencial benefactor estaba acompañada de comida caliente y lucía mucho más sincera que la primera vez.
Durante unos tres años todo marchó bien: tenía comida, educación y buen trato por parte de la pareja.


De vuelta a las calles

 

A los 9 años (arriba un poco mayor) Pedro fue recogido de la calle por una pareja de ancianos estadounidenses. Con ellos tuvo educación, comida y buen trato, hasta que a los 12 años un profesor de la escuela abusó de él y Pedro, sin dar aviso, volvió a su vida en las calles…


Pedro parecía destinado para la mala vida pues aquellos tres años acabaron de forma abrupta cuando cierto día un profesor lo violó.
Lo normal hubiese sido que Pedro se queje o que, como en tantos casos similares, calle por miedo y aguante la situación hasta que pase. Sin embargo el caso fue que aquella violación desató toda la ira que a sus cortos doce años Pedro llevaba dentro, por lo que impulsivamente fue, tomó (robó) dinero de una oficina de la escuela y se marchó para nunca volver.
Seis fueron los años que Pedro sobrevivió en las calles tras renunciar a su vida con la pareja americana. Por un tiempo buscó pero nunca consiguió nada debido a su nula experiencia laboral y su escasa formación académica. Entonces comenzó a vivir de pequeños hurtos, sufriendo frecuentes detenciones de la Policía, en las cuales siempre era soltado (por ser menor de edad y por la poca gravedad de sus delitos) pero jamás sin recibir antes una buena paliza…
Siendo ya un adolescente mayor (casi un adulto), Pedro logró convertirse en un habilísimo ladrón de , tan hábil que incluso llegó a ser admirado por los novatos del ámbito, bien pagado y muy solicitado por los que controlaban el negocio.
A pesar de eso su habilidad no fue suficiente para evitar que lo detuvieran en 1969, cuando contaba con 21 años y ya se lo podía enviar directamente a la cárcel, donde en efecto fue a parar tras ser sentenciado a siete años de prisión…


Descubriendo el placer de matar

No pasaron sino dos días cuando el fantasma del pasado regresó para atormentar a Pedro. Así y sin razón aparente, dos reclusos mayores lo agarraron, lo sometieron y le hicieron aquello que anteriormente tanta rabia le había provocado: violarlo…
Esta vez Pedro sabía que podía vengarse puesto que ya no era una criatura de 8 o 12 años. Decidió entonces ir en busca de un cuchillo de la prisión para así cortarles el cuello a sus violadores.
El castigo por tal venganza fue de dos años adicionales de prisión, ya que el acto fue considerado como un asesinato en defensa propia.
 
En 1969, a sus 21 años, Pedro fue enviado a prisión por robo de . Allí fue violado por dos presos pero se vengó cortándoles el cuello. Fueron sus primeros asesinatos y gracias a ellos descubrió el placer y la sensación de poder que le daba asesinar, dando así el paso para después juntar el asesinato con la violación. Arriba lo vemos fumando algunos años después: sin barba, con un aspecto semejante al que debió tener en 1969.

A nivel de su evolución criminal esos asesinatos, según la opinión de algunos expertos, hicieron que él se dé cuenta del gran placer que le producía matar, por lo que si antes de eso era un violador pedófilo en potencia, después de eso ya había dado el paso psicológico para, en un futuro próximo, sumar el placer de asesinar al placer de violar.
Durante el tiempo que permaneció en prisión, el odio de Pedro hacia su madre se sumó a su consumo de pornografía para fortalecer en él la dañina imagen que tenía del sexo opuesto: una imagen correspondiente a una visión peyorativa, deshumanizante y fuertemente marcada por un proceso de cosificación de la mujer.
Finalmente, pese a la condena que le había sido dictada, salió libre en 1971 a sus 23 años.


El Monstruo de Los Andes

Tras su liberación, Pedro Alonso viajó por Colombia, Ecuador y Perú. Su ruta precisa no se sabe con certeza, pero lo cierto es que sus víctimas eran niñas de entre 8 y 13 años, pobres y prácticamente siempre de raza indígena, raza que por lo general se concentra en las elevaciones de una cordillera que atraviesa los tres países en los que el sanguinario asesino regó sangre inocente: la Cordillera de Los Andes.


El castigo de los ayacuchos

Fue después de su liberación a los 23 años cuando, en el inicio de su sangrienta ruta, Pedro Alonso recorrió casi todo Perú dejando a su paso 100 chicas muertas.
 
A inicios de los años setenta, Pedro recorrió el Perú matando y violando a más de 100 niñas. Sin embargo, en el norte de ese país fue capturado por indios ayacuchos mientras intentaba raptar a una niña. Los indios lo torturaron por horas y después lo enterraron hasta el cuello en arena, cubriéndole la cabeza de miel para que sea devorado por las hormigas. Iba a morir, pero una misionera apareció y convenció a la turba de que debían entregarlo a la Policía…

Sin embargo, al final de esa odisea criminal, Pedro recibió un aleccionamiento por parte de los indios ayacuchos cuando, en el norte del Perú (no se sabe el punto exacto), fue sorprendido por un grupo de éstos en el intento por llevarse a una niña de 9 años para abusar de ella. Entonces y tras darse cuenta de que habían dado con el monstruo detrás de tantas niñas desaparecidas en la zona, lo ataron y lo torturaron durante horas (haciéndole cosas como frotarle la ortiga) hasta que finalmente resolvieron darle una muerte lenta y terrible de la que lastimosamente fue salvado. Cuenta López al respecto: “Los indios en el Perú me habían atado y enterrado en la arena hasta el cuello cuando se enteraron de lo que les había estado haciendo a sus hijas. Me habían cubierto de miel y me iban a dejar para ser devorado por las hormigas, pero una señora misionera americana vino en su jeep y les prometió que me entregaría a la Policía. Me dejaron atado en la parte trasera de su jeep y se alejó, pero ella me soltó en la frontera de Colombia y me dejó ir. Yo no le hice daño porque ella era demasiado vieja para atraerme”.
Casi seguro es que la versión anterior sea falsa si tenemos en cuenta que los exámenes psiquiátricos determinaron que Pedro Alonso hacía uso de la mentira y, sobre todo, si consideramos que las fuentes más serias (como el documental de Biography Channel y el artículo de trutv) dicen que la misionera, tras convencer a los indios de que el asesinato era impío a los ojos de Dios, realmente sí puso al criminal en manos de las autoridades, por lo cual posteriormente y a consecuencia de que en su habitual negligencia la Policía de Perú se negó a invertir el esfuerzo y el dinero necesario en investigaciones, Pedro fue deportado al vecino país de Ecuador…

Retrato de “el peor de los canallas"

 
Pedro (arriba) era un asesino organizado que seguía a sus víctimas por días y que siempre, consciente de la despreocupación policial por los desfavorecidos, procuraba elegir niñas de escasos recursos económicos…
Como se dijo anteriormente, Pedro acechaba a niñas pobres, casi siempre de raza indígena. Nunca mató niñas blancas, ya que, en países como los que él estuvo, la raza blanca es el grupo étnico económicamente menos desfavorecido, mientras que los negros y los indios son los más afectados por la pobreza. Así, Pedro Alonso era un asesino prudente que intentaba no elegir a aquellas víctimas cuyos padres pudieran tener suficiente dinero como para hacer que la Policía, siempre algo indolente ante la suerte de los pobres, tome cartas en el asunto. Siguiendo esta misma actitud de prudencia, Pedro Alonso era capaz de seguir por varios días a una niña hasta que se diera el momento en que estuviese sola, momento en el cual hacía cosas como darle regalos y pedirle que lo siga a las afueras, donde supuestamente le daría otro regalo para que lleve a su mamá; también a veces se presentaba como vendedor ambulante o como una persona indefensa y perdida. Complementariamente, Pedro Alonso podía dejar de seguir a una niña (solía seguirlas por horas si era necesario) si veía que la niña entraba a casa o entraba a una zona en que ya no fuera viable intentar llevársela. Por estos y otros aspectos como el hecho de que se aseguraba de que sus víctimas estuviesen muertas verificando su respiración o cortándoles las muñecas para ver si la sangre aún bombeaba, los criminólogos nunca han dudado en decir que Pedro Alonso era un asesino organizado. De este modo, incluso renunció a las más apetecibles víctimas: “A menudo seguí a familias de turistas con el deseo de llevarme a sus hermosas hijas rubias. Pero nunca tuve la oportunidad. Sus padres vigilaban demasiado”
 
Pedro dijo que “caminaba por las plazas buscando a una niña con cierta apariencia en la cara, una apariencia de inocencia y belleza”. Él elegía a las niñas porque éstas simbolizaban la inocencia que había perdido de niño al ser violado y que, de forma retorcida, quería vengar haciéndole lo mismo a otros seres inocentes como las niñas de arriba, que fueron algunas de las cientos que violó y mató…

Una característica importante de Pedro Alonso era su gusto por la inocencia. Dijo así que “caminaba por las plazas buscando a una niña con cierta apariencia en la cara, una apariencia de inocencia y belleza” y admitió que, debido a su inocencia, las muchachas de Ecuador le gustaban particularmente: A mí me caen bien las muchachas de Ecuador, son más dóciles, más confiadas e inocentes, no son como las muchachas colombianas que sospechan de los extraños. Si nos preguntamos entonces por qué Pedro mataba niñas, tenemos que, según han observado los expertos, éstas eran un símbolo de la inocencia que él mismo perdió en la infancia, inocencia que fantaseaba con arrebatar (en parte para “vengarse”. Cabe no obstante dejar claro que, asociada a esta búsqueda por destruir la inocencia, está la principal finalidad del asesino, finalidad que no es la venganza sino, y a partir de una fijación del deseo sexual en la figura de la niña como consecuencia de traumas sexuales del pasado, es la persecución del placer, por lo cual los criminólogos han catalogado a López como un asesino hedonista. Con respecto a su tendencia pedófila Pedro dijo: “Es como comer pollo. ¿Por qué comer pollo de edad cuando se puede tener el pollo joven?”. También, y he aquí que se evidencia el aspecto más siniestro de este asesino, unido al deseo pederasta estaba una actitud de atracción y veneración por la muerte: “Quería tocar el placer más profundo y la excitación sexual más profunda, antes de que su vida se marchitara”.
 
Pedro se llevaba a la niña a un lugar apartado, allí la obligaba a tener sexo con él (arriba una ilustración de eso) y la mantenía completamente viva hasta el amanecer, momento en el que la volvía a violar mientras la estrangulaba mirándola a los ojos para ver cómo la vida se extinguía en la mirada de la víctima: “Quería tocar el placer más profundo y la excitación sexual más profunda, antes de que su vida se marchitara”, dijo Pedro.
 
Con respecto a su tendencia pedófila Pedro (arriba) dijo con cierto cinismo: “Es como comer pollo. ¿Por qué comer pollo de edad cuando se puede tener el pollo joven?”

Sería sin embargo aventurado el catalogarlo de necrófilo en el sentido convencional, ya que nunca tuvo sexo con cadáveres. Claro resulta pese a lo anterior el que sí existía una cierta pulsión erótica hacia la muerte en tanto que era justo en los momentos previos a la muerte de la víctima cuando el asesino buscaba el máximo orgasmo. Pero iba más allá. Así, su placer en este aspecto estaba principalmente en el hecho de causar y contemplar la extinción de la vida. Puede entonces y sin la menor duda, adjudicársele al Monstruo de Los Andes la posesión del “carácter necrófilo” de que habló el famoso psicoanalista Erich Fromm: ‹‹La necrofilia en sentido caracterológico puede describirse como la atracción apasionada por todo lo muerto, corrompido, pútrido y enfermizo; es la pasión de transformar lo viviente en algo no vivo, de destruir por destruir, y el interés exclusivo por todo lo puramente mecánico. Es la pasión de destrozar las estructuras vivas››
 
 “Había un momento divino cuando ponía mis manos alrededor del cuello de las niñas y observaba cómo se iba apagando la luz de sus ojos. Solo aquellos que matan saben a qué me refiero” (Pedro Alonso López)

Vemos así esa “pasión de transformar lo viviente en algo no vivo” en lo subrayado dentro de las siguientes declaraciones de Pedro Alonso López: “A la primera señal del amanecer me excitaba. Obligaba a la niña a tener sexo conmigo y ponía mis manos alrededor de su garganta. Cuando el sol salía la estrangulaba. […] Solo era bueno si podía ver sus ojos. Nunca maté a nadie de noche. Habría sido un desperdicio en la oscuridad, tenía que verlas a la luz del día […]. Había un momento divino cuando ponía mis manos alrededor del cuello de las niñas y observaba cómo se iba apagando la luz de sus ojos. Solo aquellos que matan saben a qué me refiero”.
Ligada a su carácter de psicópata está la forma en que Pedro Alonso despersonalizaba y hasta cierto punto cosificaba a sus víctimas. Esto se ve en cómo hablaba y jugaba con los cadáveres de las niñas, niñas que para él no eran personas individualizadas con un hombre y una historia propia. Eran simplemente “sus muñequitas” (así les llamaba cínicamente), sobre las cuales cierta vez expresó: “A mis amiguitas les gustaba tener compañía. Solía poner tres o cuatro niñas en un hoyo y hablarles (…) Era como hacer una fiesta, pero después de un rato, como ellas no se podían mover me aburría e iba a buscar nuevas niñas.”
De aquellas fosas comunes que Pedro Alonso hacía para sus “muñequitas”, se ha dicho que eran sus “lugares históricos” y que, en ese sentido, expresaban el “trofeo simbólico” que para López representaba el conocimiento de dónde se hallaban sus víctimas y la percepción (potenciada por la acumulación de cadáveres) de lo enorme (y por tanto importante) que era su obra criminal, y es que a diferencia de otros asesinos, él no guardaba objetos de las víctimas ni anotaba sus nombres o tan siquiera el número que les correspondería en la lista de asesinatos.
 
Pedro jugaba y hablaba con los cadáveres: “A mis amiguitas les gustaba tener compañía. Solía poner tres o cuatro niñas en un hoyo y hablarles (…) Era como hacer una fiesta, pero después de un rato, como ellas no se podían mover me aburría e iba a buscar nuevas niñas”. Él decía que eran sus “muñequitas”. Arriba vemos restos de sus “muñequitas” encontrados por los investigadores…

Las evaluaciones psicológicas que se le efectuaron tras su captura, revelaron que López era un “sociópata” que sufría por un “trastorno de personalidad antisocial”, que era alguien que “no tiene conciencia” ni “empatía” y que mostraba una considerable habilidad para manipular y engañar a otros mediante su discurso, mediante las palabras.
 
Evaluaciones psicológicas revelaron que López era un “sociópata” con “trastorno de personalidad antisocial”, alguien sin “empatía” y con gran habilidad para manipular y engañar. Según López (arriba), él mataba a las niñas para librarlas de la pobreza y el sufrimiento en este mundo y para que al morir vayan directo al cielo…

Muestra de este carácter manipulador y engañador se ve en el hecho de que, si bien por una parte pretendía que su finalidad era matar a esas niñas pobres para librarlas de la pobreza y hacer que vayan directamente al cielo, por otra parte se mostró, en otros momentos, como un sujeto que temía a la muerte porque no creía que fuera a haber nada más que una “oscuridad nula” y un olvido de todo, siendo así evidente el hecho de que no creía que pudiera haber un cielo y por ende mentía cuando decía que mataba con el fin de librar a las niñas de la miseria y hacer que vayan al cielo. Obsérvese pues su verdadera concepción y actitud frente a la muerte: 1) “Cuando uno se muere pues, por total pierde uno lo que es los sentimientos, su visibilidad de los ojos para ver y, una muerte que uno ya no vuelve ni a saber quién es uno, todo queda así en una oscuridad nula”. Esto lo dijo cuando lo entrevistaba un canal de en Ecuador. 2) “Yo estoy muy joven para morir, hombre”. Esto lo dijo a un periodista (no se muestra quién), con cara de intensa preocupación, en el documental de Biography Channel.

Capturado en Ambato

Pedro Alonso López, por un buen tiempo, se dio gusto violando y matando a las “dóciles”, “confiadas” e “inocentes” muchachas de Ecuador, pero en Ambato, y sobre todo a raíz del asesinato de la hija de un comerciante que no era de clase social baja pese a ser de raza indígena, las autoridades empezaron a tomarse en serio las desapariciones de las que era autor López.
 
En abril de 1980, cuando Pedro intentó secuestrar a una niña en un mercado de Ambato, fue detenido por comerciantes y compradores luego de que éstos atendieran los gritos que la desesperada madre dio para que atrapen al captor de su hija. Tras eso vino la Policía y Pedro fue llevado a la comisaría.

En sus inicios creyeron que se trataba de niñas desaparecidas debido al aumento en el comercio de menores de edad para fines de esclavitud sexual (la llamada “trata de blancas”), sin embargo en abril de 1980 una inundación descubrió una de las fosas de Pedro y, ante los restos de cuatro niñas, la Policía supo que lidiaban con un asesino en serie y empezó a investigar, aunque nunca se logró nada y fue un descuido del asesino lo que terminó haciéndolo caer…
Así, apenas unos días después de la inundación, Carvina Poveda había ido de compras al mercado con su hijita Marie de 12 años. Pedro Alonso, que había visto a la niña, no se contuvo como otras veces e intentó raptarla dentro del mercado. Entonces Carvina clamó por ayuda y rápidamente los comerciantes y algunas personas corrieron tras el asesino, quien había conseguido salir del mercado pero no fue lo suficientemente rápido como para evitar ser atrapado por la indignada turba.


Confesiones y salto a la fama

Cuando la Policía llegó se toparon con un individuo que divagaba incoherencias y, tras llevarlo en un remolque y bajarlo en la comisaría, pensaron que estaban ante un loco.

En la comisaría Pedro guardó silencio absoluto al ser interrogado. Ante eso, el capitán Córdoba (arriba) actúo como agente encubierto haciéndose pasar por sacerdote y convirtiéndose en amigo de Pedro, con lo que consiguió que éste confesara haber matado a más de 300 niñas en Ecuador, Perú y Colombia.

Allí, en la oficina principal de la comisaría, Pedro adoptó una actitud de silencio absoluto ante todas las preguntas que le hicieron a lo largo del interrogatorio. Frente a esa situación la Policía tenía que ser astuta y cuidadosa, ya que para aquel momento Pedro era solo sospechoso de haber asesinado y, si querían que se confirmase aquella condición de culpable de la cual estaban casi seguros, debían hacer que suelte todo y para ese fin la intimidación no era idónea.
Fue en medio de esa problemática que surgió la figura del Capitán Córdoba, quien actuó como agente encubierto y se hizo pasar por el Padre Córdoba Gudino. Con mucha habilidad, el policía logró hacerse amigo del asesino y conseguir su confianza y con ella las confesiones de sus horrendos crímenes. Ahora por fin sabían que tenían a un asesino serial que había confesado matar a por lo menos 110 muchachas en Ecuador, 100 en Colombia y “muchas más de 100” en Perú.
Pero… ¿qué tal si, como ya se había dado con otros asesinos, Pedro mentía para obtener protagonismo? Bajo esta duda los investigadores estuvieron escépticos, hasta que Pedro se ofreció a guiar a una caravana policial a los lugares donde dormían los huesos de sus “muñequitas”…En el primer lugar que les mostró habían 53 cadáveres de muchachas cuyas edades estaban comprendidas entre los ocho y los doce años; de allí, en los 28 nuevos sitios, se hallaron nuevos cuerpos y el total fue de más de 57. Pese a no hallar los otros cadáveres que deberían estar para avalar las confesiones de Pedro, algunos investigadores sugirieron que ciertos animales debieron esparcir los restos y que las riadas habían “lavado” el terreno. Frente a lo encontrado Vencedor Lascano, director de asuntos de la prisión, no dudó de las confesiones del asesino y dijo a un periodista: “Si alguien se confiesa autor de cientos de asesinatos y se encuentran más de 57 cadáveres, debemos creer lo que dice […]. Pienso que su estimación de 300 es muy baja”


Una insignificante condena

Era claro que Pedro Alonso López era un asesino en serie digno de pasar al salón de la fama donde estaban monstruos como Garavito, Gille de Rais, Gary Ridgway, Chikatilo y otros más. A pesar de eso la máxima condena aplicable en Ecuador era de 16 años de cárcel, los cuales se le asignaron como castigo en 1981, cuando Pedro Alonso contaba con 33 años.

 
En 1981 condenaron a Pedro a la máxima pena que había en el Ecuador de entonces: 16 años…Los primeros dos los pasó en la prisión de Ambato, los otros 12 (salió antes por buen comportamiento) en el Penal García Moreno, dentro del Pabellón B (arriba), donde pasó sus días escribiendo en su diario, fumando bazuco (droga a base de cocaína) y grabando monedas con la cara de Cristo en un lado y la del Diablo en el otro…

Inicialmente el lugar que le asignaron fue la prisión de Ambato, donde estuvo dos años tras los cuales fue transferido al Penal García Moreno. Allí se lo destinó al Pabellón B, concebido para violadores y asesinos.
En el Pabellón B, Pedro Alonso pasó sus días de forma solitaria: fumando bazuco (droga barata hecha a base de residuos de cocaína), escribiendo en un diario y grabando monedas con la cara de Jesús en un lado y la del Diablo en el otro.


Del sanatorio a la libertad

El Monstruo de Los Andes solo cumplió 14 de los 16 años debido a su buen comportamiento. El día que salió no cabía en sí de felicidad: gritaba, saltaba, hasta agradecía a Dios…

 
Pedro Alonso, agradeciendo a Dios tras su liberación en 1994
 
Hubo gran indignación popular tras la liberación de Pedro y muchos familiares de las víctimas protestaron. “En este país piensan que solamente los ricos tienen acceso a la Policía, a la Justicia”, dijo la hermana (arriba, izquierda) de una víctima y el padre (arriba, derecha) de la misma víctima dijo de la Policía: “están en contra de uno”.

Como contraparte el pueblo ecuatoriano estaba indignado, tanto que incluso hubo manifestaciones y se exigió al presidente que cambie la pena máxima. Afortunadamente se dio una respuesta rápida, consciente e ingeniosa: apenas una hora después de su liberación, se lo detuvo por ser extranjero y no tener “la documentación en regla”, por lo cual lo deportaron a Colombia, donde fue procesado por asesinar a dos niñas en 1979.

En Colombia lo declararon demente y en 1995, en vez de meterlo a la cárcel, lo internaron en un sanatorio, del cual fue ignominiosamente liberado en 1998 cuando, tras declararlo sano, se le soltó con fianza de 50 dólares y la condición de que siga recibiendo tratamiento psiquiátrico y se reporte cada mes ante el Poder Judicial.
Como era de esperarse, Pedro Alonso López jamás se reportó al Poder Judicial. En lugar de eso, Pedro viajó al Espinal para encontrarse con una vieja conocida a la cual había responsabilizado por “todo el dolor” de su “corazón”: su madre, doña Benilda López Castañeda, mujer que tiempo atrás había suplicado que no lo suelten porque podría ir y matarla.
Sin embargo López fue relativamente compasivo y no tocó un solo pelo de la anciana. En vez de matarla, al verla le dijo: “Madrecita, arrodíllese que voy a echarle una bendición”. Pero eso solo era el principio pues, aunque no mostró una actitud violenta, López realmente había ido a arreglar cuentas, y su forma de hacerlo fue exigirle a su madre que venda la cama y una silla para darle dinero…
 
A López lo habían soltado del sanatorio en 1998 con la condición de que continué su tratamiento psiquiátrico y se reporte cada mes ante una corte. López jamás cumplió y fue al Espinal a visitar a su madre (arriba). En vez de matarla como ella creía, la bendijo y el único ajuste de cuentas que hizo fue exigirle que venda la cama y una silla para darle un dinero que él usó para marcharse y nunca más aparecer…

Con ese dinero López se marchó y no se volvió a saber de él hasta que, en octubre del 2002, Colombia emitió a la Interpol un pedido de búsqueda y captura pues sospecharon que era Pedro Alonso López quien estaba detrás de un asesinato reciente en El Espinal.
 
Nunca se volvió a ver a López, pero en octubre del 2002 Colombia emitió a la Interpol un pedido (arriba) de búsqueda y captura pues sospecharon que era él quien estaba detrás de un asesinato reciente en El Espinal. Familiares de las víctimas ofrecieron 25000 dólares a quien lo liquidara, pero su madre intuye que López aún vive. Si es así, quizá en su deseo persistan las palabras que pronunció en prisión: “El momento de la muerte es apasionante, y excitante. Algún día, cuando esté en libertad, sentiré ese momento de nuevo. Estaré encantado de volver a matar. Es mi misión.”

En todo caso no se ha vuelto a saber nada del Monstruo de Los Andes, aunque lo más probable es que siga vivo, de lo cual su madre está absolutamente segura pues, según contó, siempre que alguien cercano a ella se ha muerto, su espíritu se le ha “revelado”, cosa que no ha ocurrido con Pedro. Y es que, antes de haberlo dejado libre en 1998, las autoridades colombianas debieron de tener en cuenta estas palabras suyas: “El momento de la muerte es apasionante, y excitante. Algún día, cuando esté en libertad, sentiré ese momento de nuevo. Estaré encantado de volver a matar. Es mi misión.”

Fuente: Asesinos en serie