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martes, 17 de mayo de 2016

DANIEL Y MANUELA RUDA "LOS SICARIOS DE SATAN"

DANIEL Y MANUELA RUDA: “LOS SICARIOS DE SATÁN”.

 
Manuela se había hecho implantar colmillos de origen canino en sustitución de los suyos naturales. Dormía en un ataúd y había aprendido a beber sangre humana, que conseguía de donantes voluntarios a través de Internet. Se aficionó a este tipo de prácticas vampíricas cuando trabajaba en un pub gótico londinense, cuya clientela estaba formada “por vampiros y también por personas normales”, según sus propias palabras. Fue allí donde, una noche de invierno, en la verde campiña inglesa, recibió su impío bautismo, iniciándose a la fe de Satán bajo la luz de la luna.

De vuelta a su Alemania natal, llevó con ella toda aquella liturgia y ritualidad satánico-vampírica aprendida. Daniel Ruda, otro joven teutón, había insertado en el diario un anuncio en el que buscaba “princesa de la oscuridad que odie a toda la humanidad”. Cuando Manuela lo leyó, supo que aquellas líneas estaban destinadas a ella.

Fue de esa manera que se conoció una de las parejas de asesinos más espeluznantes que han existido. Manuela y Daniel Ruda: los sicarios de Satán.
 
El 6 de Julio de 2001, el matrimonio formado por Daniel y Manuela Ruda logró acabar brutalmente con la vida de su amigo Frank Hackert. Habían recibido órdenes claras y precisas del Diablo: si querían asegurarse el Infierno, habrían de ganar su lugar él. Al igual que los seguidores de Cristo se hacen merecedores del suyo en el Cielo con obras piadosas y buenas obras, ellos habrían de hacerlo a través de un baño de sangre, repartiendo muerte y asegurándose de que sus víctimas pereciesen sufriendo.

Todo comenzó en el apartamento que se encuentra situado en la localidad de Witten, al oeste de Alemania. Aquella mañana del 6 de Julio de 2001 la pareja llevó a Frank Hackert antiguo compañero de trabajo de su esposo y amigo, a su casa con la intención de pasar un buen día.

Una vez en el interior de la casa, ajenos a miradas indiscretas, el joven Daniel se puso en pie y golpeó a su amigo con un martillo en la cabeza. Su esposa Manuela, que por aquel entonces contaba con veintitrés años de edad, se abalanzó sobre su amigo y le clavó un cuchillo en el corazón. El cuerpo del joven recibió un total de treinta y tres martillazos y sesenta y seis puñaladas. El número del Diablo a falta de las centenas.

Tras su fallecimiento, la pareja decidió grabarle en el pecho un pentagrama invertido, símbolo con el que suele representarse al Diablo. Posteriormente la pareja extrajo parte de la sangre de su víctima, la vertió en diversos recipientes y la bebió.

Durante el ritual la pareja recitó una letanía satánica por el alma de su amigo ya fallecido. Tras finalizar, se introdujeron en el ataúd que Manuela utilizaba para dormir e hicieron el amor.
 
La carta de Manuela a su madre.

Manuela Ruda le envió una carta a su madre en la que le decía lo siguiente:

“No soy de este mundo. Debo liberar mi alma de la carne mortal”

La madre de Manuela sospechaba de que algo no iba bien y que su hija podía haber cometido un terrible error. Alertada por este mal presentimiento avisó a la policía para que fueran a investigarla.

Tres días más tarde, los policías entraron en la vivienda del matrimonio, donde hallaron el cuerpo sin vida del joven Frank Hackert. En el interior del piso los agentes se quedaron sin palabras: la decoración era más que siniestra, la sangre del joven asesinado impregnada las paredes, había imitaciones de cráneos humanos por doquier, objetos de culto satánico y una lista en la que figuraban quince posibles víctimas.

La nota venía acompañada de una anotación que decía lo siguiente:

“Alegraos, vosotros sois los siguientes”
 
Detención y Juicio.

Tras el hallazgo del cuerpo sin vida del joven Frank Hackert la policía emite una orden de búsqueda y captura por todo el país.

Los jóvenes son arrestados tres días más tarde en una gasolinera en un pueblo al este de Jena, en Alemania.

El juicio se celebró a comienzos del 2002. El joven matrimonio apareció durante el juicio con su indumentaria satánica: ropas negras, botas militares, cruces invertidas, llamativos tatuajes...

El encargado de llevar el caso fue el juez Arnjo Kersting- Tombroke, quien escuchó atentamente las declaraciones de los acusados.

Durante el juicio, Manuela Ruda declaró cómo habían logrado matar a su amigo.

“Estábamos sentados en el sofá y de pronto Daniel se puso de pie. Golpeó con el Martillo a Frank. Mi cuchillo brillaba y escuché una voz que decía: “Apuñálale en el corazón”. Entonces se lo clavé. Vi una luz a su alrededor. Era su alma, que había salido del cuerpo. En ese momento recitamos una letanía satánica“.

Continuo su relato diciendo:

“No fue un asesinato, sino una ejecución. Satán nos lo ordenó. Debíamos obedecer, Teníamos que matar. No podríamos ir al infierno a menos que lo hiciéramos“.

Tras tomarse su tiempo, Manuela Ruda añadió fríamente:

“Queríamos asegurarnos de que la víctima sufriera”.

Los médicos que evaluaron a la pareja y que posteriormente declararon en el juicio informaron al juez de que la responsabilidad de los implicados estaba notablemente disminuida y ambos individuos mostraban síntomas de estar profundamente perturbados. A lo largo del juicio surgieron numerosos datos que apoyaban el carácter ritual del crimen. Los asesinos se habían casado el 6 de junio (el 6 del sexto mes), y llevaron a cabo su sacrificio el 6 de julio. Estas fechas configuran una conocida cifra: 666, el número de la bestia en el Apocalipsis de San Juan.

Durante el juicio, Manuela mostraba una gran repulsa hacia la luz del sol e hizo alarde de su introducción al satanismo. Al parecer todo había comenzado en el Reino Unido, el ambiente metalero la había seducido. Incluso declaró ser asidua a ciertos locales en los que se practica vampirismo. Manuela aseguró haber ingerido sangre humana de voluntarios que conocía por Internet.

Su desequilibrio la llevó a reemplazarse dos de sus dientes por colmillos similares a los de los animales para parecerse más a un vampiro. Incluso aseguro haber sido sepultada en un cementerio para saber qué se sentía.

El juez Arnjo Kersting- Tombroke dictó sentencia. La pareja debería recibir tratamiento psiquiátrico antes de ingresar en prisión.

Durante el alegato final el juez declaró lo siguiente:

“Actuaron motivados por la ira, la ira de sus mentes atrofiadas contra lo sano. No se trata de mística o magia, sino de un crimen deplorable. Los acusados se han agarrado al satanismo para huir de sí mismos. No han tenido una vida feliz. ¿A quién le gustaría estar en su piel?”

Manuela Ruda fue sentenciada a pasar trece años en prisión, mientras que su esposo pasaría quince. La familia Hackert no está en absoluto conforme con la condena que ha recaído sobre los asesinos de su hijo. Y es que el veredicto del tribunal fue bastante más leve de lo que se esperaba. No obstante, la Ley alemana permite mantener en prisión a una persona aun después de haber cumplido su condena, cuando razones de seguridad así lo aconsejan. Dada la peligrosidad y profundo estado de perturbación de Manuela y Daniel, es posible pues que jamás salgan de la cárcel.
 

Fuente: Mundo Oscuro