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domingo, 17 de junio de 2012

FRANCO:CONSPIRACION Y ASESINATO




Para los altos oficiales del ejército, Franco siempre fue "Franquito". Todavía Sanjurjo en 1936, cada vez que dudaba si Franco se decidía o no a intervenir en el "Alzamiento", preguntaba "Qué va a hacer Franquito?"


Una de las características que marcan la carrera de Franco hasta su ascenso al poder absoluto es la sorprendente cadena de acontecimientos fortuitos que siempre terminaban resultándole favorables, desde su supervivencia en las campañas deMarruecos, hasta la muerte en accidente del general Sanjurjo a las mismas puertas del golpe de estado.

Franco vio facilitado su mando único sobre los sublevados de 1936 por lasdesapariciones de figuras señeras de la ultraderecha, como el general Sanjurjo,José Antonio Primo de Rivera o el general Mola


El 20 de julio de 1936, apenas iniciada la sublevación, la avioneta Puss-Moth que pilotaba el falangista y as de la aviación Juan Antonio Ansaldo, se estrellaba enPortugal a los pocos minutos de despegar falleciendo el general Sanjurjo como consecuencia de una fractura de cráneo. Con este trágico suceso, rodeado al día de hoy de todo tipo de conjeturas sobre un auténtico sabotaje, la sublevación de julio de 1936 cambiaba de curso nada más empezar, posibilitando el liderazgo que tanto perseguía Franco.


Sanjurjo, momentos antes de abordar el avión en el que encontraría la muerte. 


Hace ya muchos años, mediante documentación alemana, se demostró que, aunque Franco había dado luz verde a los intentos de la diplomacia y la marina nazis para liberar a José Antonio –preso en la cárcel de Alicante-, introdujo condiciones que desincentivaron notablemente las posibilidades de lograrlo, negando el pago de un soborno en dinero y presionando para que se apartase a los más decididos partidarios de un golpe de mano. Desaparecía así la posibilidad de que se hubiera convertido en el líder de un estado fascista para los miembros de Falange Española, el grupo que mejor cobertura ideológica estaba prestando al“Alzamiento”.

José Antonio Primo de Rivera pasando revista a tropas falangistas. 


El general Emilio Mola falleció el 3 de junio de 1937, como consecuencia de unaccidente de avión, mientras sobrevolaba tierras burgalesas para inspeccionar el frente. Franco trabajaba en su despacho, cuando un ayudante abrió la puerta y dijo, muy alterado: "¡Mi general! Acaba de ocurrir una terrible desgracia: el general Mola ha muerto en un accidente de aviación"Franco no pestañeó: "Qué susto me ha dado usted, creí que nos habían hundido el Canarias".

La extraña reacción del "Generalísimo" dio mucho que hablar y todavía lo sigue haciendo. El embajador alemán, Von Faupel, advirtió en su diario que la desaparición del "Director" – llamado así porque sería el cerebro del levantamiento militar- le había quitado a Franco un problema de encima: "El Generalísimo, sin duda, se siente aliviado por la muerte de Mola", anotó.


Restos del avión en el que falleció Mola el 3 de junio de 1937.


Posiblemente el propio Franco tuviera algo que ver con tanto suceso favorable pero, en cualquier caso, no se han encontrado pruebas que permitan concluir nada más allá de una afortunada serie de casualidades.

Pero acaba de aparecer un texto de Angel Viñas, especialista en temas de la guerra civil española donde se apunta que, al menos una de estas casualidades, pudo no serlo tanto: la oportuna muerte por negligencia del general Amado Balmes, al mando de la guarnición de Las Palmas de Gran Canaria, que permitió a Francoescapar de las islas sin despertar sospechas y hacerse cargo del ejército deMarruecos.


Comida de Franco en Tenerife, con las guarniciones canarias, en julio de 1936. 


El futuro “Generalísimo” había sido destinado a la Capitanía General de Canariascomo medida de prudencia del gobierno del Frente Popular dadas su manifiesta significación anti-izquierdista y su condición de posible cabeza de una revuelta militar. El nuevo destino dificultó mucho los contactos entre Franco y el resto deconspiradores pero se las arregló organizando un sistema de comunicaciones conMola, manteniendo contactos con la trama civil del golpe, y explorando concienzudamente el estado de ánimo de los oficiales destinados en Canarias.

Sin embargo, no consiguió arrastrar a la sublevación a uno de los más importantes, el general Amado Balmes, comandante en jefe de las Islas Canarias. Este tropiezo podía suponer el fracaso del golpe en una parte de las islas. Además Franconecesitaba las manos libres para trasladarse después al Protectorado español en Marruecos, y pensaba realizar este traslado desde el aeropuerto de Gando, en Gran Canaria, mucho menos vigilado por la policía republicana que Los Rodeos, enTenerife


El general Franco (primer plano, centro de la foto) y el general Balmes (primer plano, derecha de la foto) con otros jefes militares, en mayo de 1936.



La solución a todos estos problemas fue, otra vez, la muerte “providencial” del general Balmes, como consecuencia, según la prensa del momento, de “un disparo en el vientre cuando se encontraba en el campo de tiro de La Isleta haciendo prácticas con sus pistolas”

La muerte de Balmes llegaba como “miel sobre hojuelas” para los militares “alzados” contra el gobierno de la República. Mataban así dos pájaros de un tiro. Por un lado se deshacían de un militar en el que no confiaban, por surepublicanismo. Por otro, Franco tenía la excusa perfecta para trasladarse desdeSanta Cruz de Tenerife hasta Las Palmas, para asistir al entierro sin levantarsospechas del gobierno que le venía vigilando dada su condición de conspirador.


En su libro, Ángel Viñas pone de manifiesto diversas contradicciones en la versión oficial aceptada hasta la fecha, según la cual, el general Balmes había acudido a hacer prácticas en el campo de tiro de La Isleta y que, al encasquillarse una de laspistolas, había apoyado la misma contra su vientre para accionar la corredera y liberar la bala. El arma se habría disparado por accidente y el general fue trasladado, gravemente herido por su chófer quien, con las prisas, dejó la pistola en el estribo del automóvil y, como no podía ser de otra manera, ésta había desaparecido.


Prensa del momento dando la noticia de la muerte accidental del general y comandante jefe en lasIslas CanariasAmado Balmes Alonso


Que un general experto en armas se ponga una pistola en el bajo vientre para desencasquillarla es técnicamente una estupidez y prácticamente imposible con una pistola astra del nueve largo, como han señalado diversos expertos en armamento.

Otros muchos factores contribuyen a levantar las sospechas sobre “el golpe de suerte” que supuso la muerte de Balmes para los militares golpistas. No se hizo luego la instrucción correspondiente, debido precisamente al estallido del conflicto. Las versiones ofrecidas a la prensa sobre lo que había hecho el general esa mañana son manifiestamente incorrectas y el propio capitán Pollard, uno de los pasajeros del"Dragon Rapide", afirmó, tras su regreso a Londres, que a Balmes le habían pegado un tiro.

Ángel Viñas sospecha incluso de uno de los oficiales que rodeaban al general y que durante la contienda será uno de los oficiales de confianza de Franco paramisiones de inteligencia aunque, sobre este punto, las pruebas no son concluyentes.


Las sospechas aumentaron cuando Viñas consultó las memorias del juez militarque instruyó las diligencias de la muerte de Balmes, donde "se advierten multitud de sinsentidos y apuntan a que son falsas en muchos aspectos".


La excusa de participar en el sepelio de Balmes el 17 de julio en Las Palmas le permitió a Franco abordar "oportunamente" el “Dragon Rapide” el 18 de julio y llegar a tiempo a Marruecos para poner en marcha la sublevación militar que desencadenaría la Guerra Civil, mientras dejaba bajo control de sus fieles la guarnición de la capital canaria.


El avión "Dragon Rapide", con el que Franco se trasladó desde Canarias hasta Marruecos para ponerse al frente del levantamiento militar. 


Todos los indicios apuntan a que la muerte de Balmes fue el crimen perfecto. Casi sin dejar huellas, efectuado por persona interpuesta, investigado por sus mismosautoresdesfigurado de inmediato, olvidado en la historia… Pero no por ello menossusceptible de caer de lleno bajo el artículo 412 del Código Penal de 1932entonces en vigor y que, para más inri, mantuvieron incólume las revisiones de 1944 y 1963. Entre las notas que tipificaban la figura de asesinato se hallaban las dealevosía y premeditación.

Viñas confía en que algún día se puedan encontrar los documentos que demuestrenlas sospechas que desarrolla este libro, por otra parte ya tanteadas por el también historiador Paul Preston en su biografía sobre el dictador.


Queda pues casi todo por demostrar definitivamente, pero se trata de una investigación concienzuda que, como mínimo, deja entrever que sobre la sublevación que llevó a la guerra civil española no está todo escrito.



Fuente: Fusilados de Torrellas.

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