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domingo, 30 de octubre de 2011

CRIMINOLOGIA - ANDREI CHIKATILO


                                              ANDREI CHIKATILO "LA BESTIA DE UCRANIA"



Andrei Romanovich Chikatilo  (16 de octubre de 1936 - Moscú, 16 de febrero de 1994). Posiblemente el peor asesino en seriede la Unión Soviética. Su actividad criminal lo llevó a realizar al menos 53 asesinatos. Fue conocido como el "carnicero de Rostov". Vivía una doble vida, por un lado hombre casado trabajador y miembro de la sociedad comunista del momento, y por otro su lado oscuro dotado de gran habilidad para ganarse la confianza de los niños y disfrutar con impunidad de sus horrendos crímenes.
Hombre con problemas sexuales, impotente, vivió en Rostov del Don, una ciudad a unos 800 km de Moscú, donde atrajo principalmente a sus víctimas. Actuaba principalmente en estaciones de ferrocarril y de autobuses. Después de doce años de actuar impunemente, finalmente fue descubierto en 1990.
En una ocasión estuvo detenido y al comparar su sangre con el semen encontrado en una víctima al no emparejar quedó en libertad. Otra vez libre continuó con sus crímenes.
Sin embargo los investigadores tenían la certeza de que él era la persona a la que buscaban, y al detectarlo en otra ocasión al salir de un bosque cerca de una estación confirmaron sus sospechas. Él comentaría más tarde: "Yo soy un error de la naturaleza, una bestia enfadada".
El best seller "El niño 44", escrito por Tom Rob Smith y cuyos derechos para el cine han sido adquiridos por Ridley Scott, se basa en parte en su caso, si bien la historia se sitúa décadas antes.

Vida

Nació en Yablochnoye, Ucrania, el 16 de octubre de 1936, una pequeña aldea en tiempos de hambruna u Holodomor (genocidio por hambre causado por Iósif Stalin), donde morían millones de personas cuyos cadáveres se amontonan en las calles y campos. Lo más cruel para el pequeño Andrei y su hermana era escuchar en el regazo de su madre como su hermano mayor, Stepan había sido raptado y devorado, aunque no era un caso aislado en aquellos duros años treinta. Este hecho marcaría notablemente al niño, quien se sentía en esos momentos más solo que nunca, de hecho no existe ningún documento que informe acerca del nacimiento o muerte de Stepan pero la manera en como su madre se lo contaba hacia que la historia pareciera verídica.
En la escuela era muy introvertido, incapaz de aceptar su miopía (sus primeras gafas las tuvo a los treinta años), y hasta los doce se orinó en la cama. Siempre era humillado por los otros compañeros, cualquiera podía decirle lo que fuese, él se limitaba a escuchar y a aguantar. No era de extrañar que con el tiempo, su ánimo se llenase con las lágrimas contenidas y con todas esas injurias. A medida que iba creciendo, se hacía más tímido con las mujeres, hasta el punto de hacer fracasar su primer intento sexual, por eyacular en pocos segundos mientras abrazaba una chica, de ahí surgieron los primeros rumores de su impotencia.
Como todos los ciudadanos soviéticos sirvió en el ejército y luego se dedicó a los estudios, obteniendo tres títulos: en lengua y literatura rusa, en ingeniería y en marxismo-leninismo.
En 1971 se graduó de maestro. Sentía una creciente atracción por las menores de doce años, y se colaba en los dormitorios para verlas en ropa interior mientras se masturbaba con la mano dentro del bolsillo. Más tarde Chikatilo se refugió en el estudio del comunismo, pero su fijación con el dogma político rayaba en la demencia.
A pesar de su problema, pudo encontrar una esposa, y aunque era incapaz de mantener una erección, sí podía eyacular. Logró alcanzar en contadísimas ocasiones la suficiente erección para dejar embarazada a su esposa, pero no dejaba de pensar, que la naturaleza lo había castigado castrándolo al nacer. Era un marido de carácter estable y trabajador, un padre que nunca levantaba la voz ante los hijos, un respetado miembro del partido comunista que leía los periódicos y se mantenía al corriente de la actualidad.
En la escuela en la que trabajaba, sus alumnos se reían de él, le apodaban "el ganso" porque sus largos hombros encorvados hacían que su cuello pareciese alargado, y por que lo tenían por tonto. Él no hacía nada por remediarlo, tampoco cuando le empezaron a llamar "afeminado", ni cuando le pegaban arrojándole una manta por encima o cuando lo sacaban de las aulas a patadas. Después de cierto tiempo le adquirió tanto miedo a los chicos que empezó a llevar un cuchillo a su trabajo.

Actividad criminal

El 22 de diciembre de 1978, Chikatilo mató por primera vez cuando tenía 42 años. Abordó en la calle a una niña de nueve años de edad y la convenció para que se fuera con él a una cabaña que poseía en las afueras de la ciudad. Sabía como hablar a los niños, él mismo había sido maestro y tenía a sus dos hijos. Una vez allí la desvistió con violencia. Accidentalmente, le hizo un rasguño del que brotó sangre, hecho que le propició una erección inmediata, estableciendo el vínculo fatal entre sangre y sexo. Luego, sacó un cuchillo y se lo clavó a la niña en el estómago. Con cada puñalada notaba que se acercaba más al orgasmo, por lo que no cesó de hacerlo hasta la eyaculación. Chikatilo había intentado satisfacer su necesidad sexual movido por la esperanza de llegar a ser igual que los demás, pero no lo era.
Su flacidez y las burlas de las mujeres que se lo recordaban a cada momento, era más de lo que podía soportar. También se dio cuenta de que su placer no consistía en acariciar los genitales ajenos, sino en maltratarlos.
Dos días después de este crimen la policía encontró los restos de la niña en el río Grushovka, y cerca de la cabaña de Chikatilo una gran mancha de sangre. Los policías interrogaron al hombre, pero acabaron inculpando a otro agresor sexual, Alexander Kravchenko. Chikatilo era, por las paradojas que marcaban sus actos, más dual que nunca.
Era el típico marido sumiso y asexual. Hacía todo lo que su mujer le ordenaba o casi todo. Ella solía desear los placeres del lecho con más frecuencia que él, y eso les llevaba a frecuentes discusiones, a que ella le recordase en todo momento lo taciturno e inerte que era. La acusación de haber molestado sexualmente a sus estudiantes le costó el trabajo, pero consiguió uno nuevo en una fábrica en el que tenía que estar viajando constantemente. Este constante movimiento le ayudaba a escoger sus nuevas víctimas.
Tres años pasarían antes de que Chikatilo asesinara por segunda vez. El 3 de septiembre de 1981 asaltó a su segunda víctima, llamada Larisa Tkachenko, prostituta de 17 años de edad. La convenció de ir con él al bosque para tener relaciones sexuales, pero falló en el intento por lo que ella se rio de él, esto lo enfureció, perdió el control, estranguló a la mujer y eyaculó sobre el cadáver, mordisqueó su garganta, le cortó los senos y en su frenesí se comió los pezones. Luego, comenzó a lanzar aullidos mientras bailaba una danza de guerra alrededor del cuerpo, dejó el cuerpo sin vida con un palo enterrado. En esos momentos supo que volvería a matar. Los dos primeros asesinatos de Chikatilo tuvieron cierto carácter fortuito. Es posible que, en ambos casos, sus intenciones fueran solamente de índole sexual. Los gritos de terror le excitaban, pero era el asesinato en sí lo que presentaba para él el acto sexual supremo.
Su tercera víctima fue Lyuba Biryuk, fue raptada de una villa y fue acuchillada 40 veces en el bosque. Le mutiló los ojos, y esto se volvería algo común en sus asesinatos, la firma mortal de Chikatilo.
Chikatilo asesinó a otras tres personas ese año, y entre ellas se encontraba su primera víctima masculina, Oleg Podzhivaev de 9 años de edad. El cuerpo no se encontró pero Chikatilo afirmó ser el responsable y que le había arrancado los genitales. La prensa estaba enloquecida con el asesino en serie, el modus operandi era siempre el mismo, sus víctimas siempre se encontraban en los bosques, con indicios de violencia y sadomasoquismo, y en ocasiones les faltaban miembros a las víctimas. Se trataba de niños, niñas y chicas jóvenes. Entre ellos había muchos escapados de casa y retrasados mentales, pues se dejaban convencer más fácilmente y agradecían su ayuda en el laberinto del sistema de transportes local, con el que no estaban familiarizados.
En 1984 asesinó a 15 personas, mientras el tiempo entre sus asesinatos iba disminuyendo el número de víctimas iba en ascenso. Chikatilo los elegía entre la multitud en estaciones ferroviarias y en paradas de autobús, y con algún pretexto, los convencía para que lo siguieran a alguna zona boscosa. Una vez allí les infrigía numerosas puñaladas (entre treinta y cincuenta). Casi todas las víctimas sufrían la mutilación de los ojos. A las adolescentes o chicas jóvenes les seccionaba los pechos o los pezones, ya fuera con sus afilados cuchillos o con los dientes. El útero era extirpado con tal precisión que todos los cirujanos de la provincia de Rosstov pasaron a ser sospechosos en potencia.
Mientras las violaba, se enfurecía tanto por llegar tan rápidamente al orgasmo que les machacaba la cara a golpes. Para ocultar su impotencia, a veces, con la ayuda de una ramita, colocaba el semen en la vagina de la víctima. En el caso de los niños, los atacaba nada más hallarse a solas con ellos en el bosque: un golpe para aturdirlos con las manos atadas y unos golpes de cuchillo poco profundos para establecer su dominio sobre ellos. Posteriormente los mutilaba a mordiscos, les cortaba los genitales o solamente extirpaba los testículos, que guardaba a modo de trofeo. En algunas ocasiones realizaba estas amputaciones cuando la víctima se hallaba aún con vida, aunque no consciente. En ninguno de los casos se encontraron las partes del cuerpo seccionadas en las cercanías de la escena del crimen.
Además practicaba actos de canibalismo, en sus declaraciones confesaría que le gustaba tragarse las partes del cuerpo más blanditas. En 1981, se convirtió en funcionario de abastecimiento de una fábrica, y el trabajo, que le obligaba a recorrer una buena parte de la región, le proporcionaba la fachada perfecta.

Primer arresto

El Instituto Serbsky de Moscú diseñó el perfil de un hombre ostensiblemente normal, probablemente casado, con un trabajo regular. Por el semen hallado en los cuerpos de sus víctimas, se supo que su sangre era del grupo AB. El 14 de septiembre de 1984, detuvieron a Chikatilo en el mercado de Rostov, pues en líneas generales encajaba con la descripción del asesino, pero no pudieron demostrar nada más.
Chikatilo parecía un hombre respetable, y tras hacerle un análisis de sangre, ésta resultó ser de grupo A. Enseguida fue puesto en libertad sin cargos. Por esas alturas, los archivos de la policía contenían datos de unos 26.500 sospechosos. Cuando apareció el cadáver número treinta, los periódicos empezaron a dar noticias del posible asesino en serie, quienes todos creían un retrasado mental, a pesar que la policía no estaba de acuerdo. Esto puesto que la amplia dispersión territorial del asesino indicaba que éste disponía de un vehículo, factor que en Rusia era escaso.
Posteriormente Chikatilo fue acusado de haber robado un rollo de linóleo de su oficina. Siete meses después, con ese caso aún pendiente, fue arrestado por comportamiento impropio en la estación de autobuses de Rostov y fue sentenciado a 15 días en prisión. La policía creía que él era el asesino, así que compararon la sangre de Chikatilo con el semen encontrado en los cuerpos de las víctimas e inexplicablemente no era el mismo tipo de sangre. Fue sentenciado a un año en cárcel por el robo del linóleo, pero el juez simpatizó con él y lo liberó antes.
El 17 de octubre de 1990 volvió a matar en un bosque cercano a la estación de Donlesjoz.

Captura y confesión

Este crimen absorbió a toda la policía local y a una fuerza antidisturbios de 100 hombres. Pero dos semanas después, Chikatilo volvió a actuar, y ésta vez fueron unos 600 detectives los encargados de investigar a lo largo de la línea de los bosques, en dónde montaban guardia tres o cuatro oficiales en los apeaderos más aislados.
El 6 de noviembre de 1990, uno de estos detectives, un sargento llamado Igor Rybakov, vio surgir del bosque un hombre con traje y corbata. Mientras observaba cómo éste se lavaba las manos en la fuente advirtió que tenía un dedo vendado y una mejilla manchada de sangre. Le pidió los documentos y elevó un informe de rutina. Cinco días después encontraban un nuevo cadáver en ese mismo lugar el cual estimaron que llevaba muerto más o menos una semana.
El homicida tenía que haber pasado por la estación, y el culpable no podía ser otro que el sospechoso del informe de Rybakov. Lo arrestaron el 20 de noviembre, sospechoso de haber asesinado a 36 víctimas, todos ellos mujeres y niños. Su esperma, aunque no su sangre, sí era AB.
El fiscal general de la provincia de Rostov emitiría una orden de detención contra Chikatilo, efectiva a partir del 20 de noviembre de 1990. Ese mismo día fue retenido por la KGB, mientras éste con paso lento y senil decía "¿Cómo pueden hacerle esto a una persona de mi edad?". En los interrogatorios, afirmó que simplemente era un ciudadano normal, que no había cometido ningún tipo de delito, y que era objeto de una persecución absurda por parte de la policía.
El 27 de noviembre prometió que estaba dispuesto a aportar pruebas de sus crímenes si no continuaban atosigándole con los interrogatorios que le recordaban los detalles, y dos días después se derrumbó ante un psicólogo a quién acabó confesando 53 asesinatos. Posteriormente guio a los investigadores a los distintos lugares con la esperanza de que el número de muertes lo convirtiera en un "espécimen de estudio científico".
Escribió una declaración firmada para el Fiscal General, que decía:
Me detuvieron el 20 de noviembre de 1990 y he permanecido bajo custodia desde entonces. Quiero exponer mis sentimientos con sinceridad. Me hallo en un estado de profunda depresión, y reconozco que tengo impulsos sexuales perturbados, por eso he cometido ciertos actos. Anteriormente busqué ayuda psiquiátrica por mis dolores de cabeza, por la pérdida de memoria, el insomnio y los trastornos sexuales. Pero los tratamientos que me aplicaron o que yo puse en práctica no dieron resultados.
Tengo esposa y dos hijos y sufro una debilidad sexual, impotencia. La gente se reía de mí porque no podía recordar nada. No me daba cuenta que me tocaba los genitales a menudo, y sólo me lo dijeron más tarde. Me siento humillado. La gente se burla de mí en el trabajo y en otras situaciones. Me he sentido degradado desde la infancia, y siempre he sufrido. En mi época escolar estaba hinchado a causa del hambre e iba vestido con harapos. Todo el mundo se metía conmigo. En la escuela estudiaba con tanta intensidad que a veces perdía la consciencia y me desmayaba. Soy un graduado universitario. Quería demostrar mi valía en el trabajo y me entregué a él por completo. La gente me valoraba pero se aprovechaba de mi carácter débil. Ahora que soy mayor, el aspecto sexual no tiene tanta importancia para mí, mis problemas son todos mentales.
En los actos sexuales perversos experimentaba una especie de furor, una sensación de desenfreno. No podía controlar mis actos. Desde la niñez me he sentido insuficiente como hombre y como persona. Lo que hice no fue por el placer sexual, sino porque me proporcionaba cierta paz de mente y de alma durante largos periodos. Sobre todo después de contemplar todo tipo de películas sexuales. Lo que hice, lo hice después de mirar los vídeos de actos sexuales perversos, crueldades y horrores.
Lo que la policía dedujo de esta declaración, es que el asesino trataba de buscarse una posible salida alegando una enfermedad mental, una obsesión de tratamiento psiquiátrico.

Juicio y ejecución

Los psiquiatras del Instituto Serbsky, no obstante, lo veían como un sádico prudente que no sufría ningún trastorno que pudiera impedirle ver que sus actos estaban mal, que eran actos premeditados. Por esa razón, en octubre de 1991 se dieron a conocer sus conclusiones, diagnosticando que el asesino estaba "legalmente cuerdo". El juicio de Andrei Chikatilo se inició en abril de 1992 y duraría hasta octubre de ese mismo año. Éste, con la cabeza rasurada, presenció su juicio desde un cubículo de metal. El primer día deleitó a los fotógrafos esgrimiendo una revista porno, pero más tarde, abatido, se quitó la ropa y meneó su pene gritando:
Fijense que inutilidad, ¿Qué piensan que iba a hacer con esto?
Los jueces no dudaron en anunciar el veredicto que habían nominado: el 15 de octubre de 1992 fue sentenciado a la pena capital, y ejecutado con un tiro en la nuca en la prisión de Moscú el 14 de febrero de 1994.

En la Cultura Popular

SLAYER "PSYCHOPATHY RED"


  • Ciudadano X (Citizen X) (1995).
  • Evilenko (Evilenko) (2004).
  • Psychopathy Red Single de la banda de thrash metal Slayer, inspirado en Andrei Chikatilo.

viernes, 28 de octubre de 2011

BOXEO - LEYENDAS DEL BOXEO - JOE LOUIS


                                    
                                                      JOE LOUIS KNOCKOUTS




                                           

"Joe Louis" fue un boxeador estadounidense, cuyo nombre completo era Joseph Louis Barrows. Pasó a la historia también por su sobrenombre, "el bombardero de Detroit," campeón mundial del peso pesado 1936-1949..

Joe Louis
Joe Louis by van Vechten.jpg
NombreJoseph Louis Barrow
Nacimiento3 de mayo de 1914
La Fayette, Alabama
Defunción14 de abril de 1981
Las Vegas, Nevada
ApodoThe Brown Bomber
EstiloOrtodoxo
PesoPesado
NacionalidadBandera de los Estados Unidos Estados Unidos
Estadísticas
Total71
Victorias68
 • Por nocaut54
Derrotas3
Empates0
No presentado0

Joe Louis, "el bombardero de Detroit", nació el 13 de mayo de 1914 en una cabaña de algodoneros de Lexington (Alabama, Estados Unidos). Era el séptimo hijo de una familia muy pobre, y quedó huérfano de padre a los 4 años.
Louis, con diez años, se traslada con su padrastro y su nueva familia a Detroit, donde empezó a trabajar como repartidor de hielo y luego como aprendiz de ebanista. A través de un amigo comenzó a asistir a un gimnasio en el que le vieron condiciones para el boxeo.
En julio de 1934 pasa al campo profesional con John Roxborough como representante y Jack Blackburn como entrenador. Louis disputó su primer combate contra Jack Kracken, al que derrotó en Chicago en el primer asalto.
Su carrera, desde entonces, fue fulgurante. El 14 de diciembre de ese mismo año vence, contra pronóstico, a Lee Ramage. En 1935 Mike Jacobs convence a sus apoderados para que acepten ser su mánager, adquiriendo Joe pronto fama e importancia convirtiéndose en el gran ídolo de las masas, especialmente de los hombres y mujeres de color que vieron en él una oportunidad de que un hombre de su raza se convirtiera por primera vez en campeón de los pesos pesados, después de que en 1915 lo fuera Jack Johnson .
En 1935 disputa 15 combates, ganando por K.O. doce de ellos, algunos contra rivales muy cualificados como Primo Carnera, King Levinsky, Gus Dorazzio, Max Baer o el español Paulino Uzcudun.
El 19 de junio de 1936 sufre un importante revés. Se enfrenta al alemán Max Schmeling en el Yankee Stadium de Nueva York y es derrotado por K.O. en el duodécimo asalto. Aunque pide la revancha con el alemán, se enfrenta antes con James J. Braddock, con el título mundial en juego el 24 de junio de 1937, logrando la victoria en el octavo asalto.
Conservó el entorchado mundial durante doce años (record absoluto de años como campeón en el peso pesado), en los que peleó con los mejores boxeadores del panorama mundial, incluida la deseada revancha ante Schmeling, que se celebra en 1938. Un combate vibrante que termina en el primer asalto con la victoria de Louis, y Schmeling con dos costillas rotas. Más tarde serían excelentes amigos, pese a que Schmeling era considerado por los nazis un prototipo de la raza aria.
Durante la guerra mundial se alista en el ejército, y recorre los campamentos aliados efectuando exhibiciones boxísticas.
Tras dos defensas frente a Jersey Joe Walcott, la última en 1948 pretendía retirarse como campeón. Sin embargo, el Fisco americano le obliga a volver a boxear para pagar el millón de dólares que debía, según Hacienda. Nunca debió volver. En 1950 pelea con Ezzard Charles, por la reconquista del título, y es derrotado sin paliativos. Su último combate tuvo lugar el 26 de octubre de 1951, ante Rocky Marciano. Eran los principios del gran Marciano, que a la postre sería el único boxeador de los pesos pesados en retirarse imbatido. En ocho asaltos, Marciano machacó a Louis, acabando con el mito. Era la tercera pelea que perdía en su vida.
Al poco de abandonar definitivamente el boxeo, quedó totalmente arruinado al serle confiscados todos sus bienes por el fisco. Al igual que años atrás Primo Carnera, intentó hacer lucha libre, pero fracasó, así como en otros negocios que intentó, hasta que en los años 60 fue a Las Vegas donde se desempeñó trabajando en el área de relaciones públicas de un famoso casino, viviendo de eso hasta que en 1969 sufrió un colapso en plena calle y en 1970 fue ingresado en un hospital psiquiátrico en Denver. En 1977, una operación quirúrgica como consecuencia de tener la aorta obstruida, lo postró en una silla de ruedas. El 12 de abril de 1981 murió como consecuencia de un fallo cardíaco en Las Vegas, NV. Fue enterrado en el Cementerio Nacional de Arlington, por expreso deseo del Presidente Ronald Reagan. Su antiguo amigo Max Schmeling costeó los gastos de su enfermedad y su entierro. Disputó un total de 71 combates, con 68 victorias (54 por K.O.) y 3 derrotas.





Joe Louis, la Esfinge Negra en La Habana


En nada se parecía aquel anciano, postrado en su silla de ruedas, golpeado por los años, por los infortunios y por el olvido al joven negro que maravilló al universo boxístico con su peculiar estilo y feroz consistencia que le permitieron mantener el título mundial de los pesos pesados durante 12 años.

Eran dos personas diferentes, aunque siguieran respondiendo al mismo nombre: Joseph Louis Barrows o sencillamente Joe Louis. Apenas podía moverse, su cuenta bancaria se acercaba a cero y muchos lo tildaban de loco. Este no fue el final que esperó el llamado “Bombardero de Detroit”, un hombre que en las décadas del treinta y el cuarenta del siglo pasado acabó con cuanto rival tuviera el valor de enfrentarlo sobre un cuadrilátero.
Pero la vida nunca fue fácil para Joe. Huérfano desde los cuatro años y conocedor de los más disímiles trabajos, menos el de estudiante, el boxeo apareció en su vida como una vía, quizás la única, para salir del asfixiante cuadro familiar que tenía en Detroit, la ciudad a la que se había trasladado con su madre y hermanos.
En el ring sabía cómo hacer las cosas y esto llamó la atención de grandes mafiosos-promotores del boxeo profesional, entre ellos Mike Jacobs. Su ritmo de peleas fue impresionante y nadie parecía capaz de detener a Joe. Entonces vino la fatídica noche de junio de 1936, en el Yankee Stadium, cuando el alemán Max Schmeling cortó su racha de triunfos en línea y con un K.O impresionante lo dejó tendido en la lona.
No hubo tiempo para las lamentaciones y un año después de su primer fracaso en el ring, Joe se convirtió en campeón mundial al derrotar a James J. Braddock. Así comenzaría una cadena impresionante de 25 defensas consecutivas de su corona. Por 12 años mantuvo el invicto. Incluso, en una pelea largamente esperada, el “Bombardero de Detroit” acabó con las aspiraciones de Schmeling de repetir el fuera de combate de 1937 y ahora fue él quien recibió el conteo hasta 10 en el mismo primer round.
La Segunda guerra mundial se interpuso en el camino y Joe se alistó en el Ejército estadounidense, tal y como hicieron otros deportistas, entre ellos el estelar jardinero central de los Yankees de Nueva York, Joe Dimaggio. En ese período él se dedicaba a recorrer los campamentos y animaba a los soldados con sus exhibiciones boxísticas. Luego de finalizado el conflicto bélico continuaron los éxitos.
En 1948, con 34 años, el declive del campeón era evidente para todos. Joe también lo había comprendido y planteó la idea de retirarse. Hubiera sido mejor que el ansiado descanso llegara en ese momento; sin embargo, las enormes deudas lo obligaron a permanecer activo y la vida demostró que sus mejores épocas habían pasado.
El hombre que visitó a Cuba en 1949, como parte de un cartel boxístico que lo enfrentó a Omelio Agramonte, no se parecía en nada al monarca mundial que maravilló al mundo por tanto tiempo. En La Habana Joe fue parco con la prensa y de seguro no recordó con agrado su salida de la habitación donde se pesó, pues su figura atraía tanto a los fanáticos que alguien por ¿curiosidad? ¿malicia? le robó los pantalones.

 
La carrera de Joe siguió en caída libre. Perdió su segunda pelea—no cedía desde 1937—ante Ezzard Charles y un año más tarde volvió a recibir una decisión adversa frente a Rocky Marciano, el único campeón de los pesos pesados que se retiró invicto. Solo entonces Joe comprendió que, definitivamente, había llegado la hora de colgar los guantes. Su figura había marcado al boxeo y eso nadie podría negarlo.
Una década después de su último combate, Joe regresó a Cuba. Esta vez no venía a combatir, sino como un empresario que buscaba promocionar a la Isla como un destino interesante para viajes turísticos de afro norteamericanos. Muchas cosas habían cambiado después del triunfo de enero de 1959 y una de ellas era la apreciable disminución, al menos desde el punto de vista legal, del racismo.
En su reencuentro con La Habana, entre finales de diciembre de 1959 y los primeros días del 60, Joe vino acompañado por personalidades de la comunidad negra que conocieron de primera mano lo que sucedía realmente con la Revolución; pero desde Washington apreciaron el gesto del campeón como un apoyo abierto al gobierno revolucionario y en momentos de creciente tensión entre ambos países, con la Guerra Fría de por medio, la prensa fue muy dura con Joe.
No obstante, él persistió por algún tiempo e incluso se registró como agente que promocionaba el turismo hacia la Isla. En sus declaraciones a la prensa dijo que Cuba era el único sitio del mundo donde los negros podían entrar sin ser marginados.
Ante esta situación, los medios de comunicación arreciaron los ataques contra los intentos de Joe y la empresa que él representaba. El gobierno estadounidense, a través de sus agencias, intentó detener la negociación hasta que en junio de 1960, Joe anunció que desistía de su propósito y que lo habían juzgado erróneamente por “vender a su país”. La experiencia dejó al campeón, según sus propias palabras, “deprimido y confundido”.
La personalidad de Joe se descontroló por completo a finales de los años setenta. Tuvieron que internarlo en un hospital psiquiátrico y terminó en una silla de ruedas. Sin dinero, olvidado por no pocos, el corazón de la Esfinge Negra escuchó el último campanazo en abril de 1981. La situación financiera del hombre que lo ganó absolutamente todo sobre el ring era tan grave que su antiguo rival y gran amigo, Max Schmeling, pagó los gastos del funeral. Fue un triste final para uno de los boxeadores más completos de la historia.
Publicado en Habana Radio

                            

jueves, 27 de octubre de 2011

MITOS Y MENTIRAS FRANQUISTAS DE LA GUERRA CIVIL 3- DE COMO UNOS GOLPISTAS SE CONVIRTIERON EN CRUZADOS

Alegoría de Franco y la Cruzada. Ataviado como un héroe artúrico Franco, el caballero cristiano, está rodeado de sus apoyos durante la "Cruzada": la Iglesia católica, el ejército colonial africano, la Falange, el Tradicionalismo... El inefable Santiago Apóstol, montado en blanco corcel acomete con su espada a algunos infieles que se resisten. Pintura mural de A. Reque Meruvia. Archivo Histórico Militar, Madrid. Imagen de la web Todos los Rostros
No fue un pronunciamiento más, como los anteriores llevados a cabo por el ejército en España en su larga tradición golpista. Los militares sublevados el 18 de julio pretendían la destrucción total y definitiva del sistema republicano y de su proyecto reformista.

Por primera vez en España, se había estado aplicando una legislación progresista y laica, preparada para atacar frontalmente los graves problemas estructurales, nunca resueltos, del país, como la injusta distribución de la propiedad de la tierra, y para garantizar un cauce de participación a las clases populares tradicionalmente silenciadas en sus reivindicaciones.


Las fuertes organizaciones sindicales y las grandes movilizaciones en contra del sistema de propiedad y tenencia de la tierra fueron los principales factores que, sin llegar a plantear una ruptura revolucionaria del orden social existente, sí que representaron una
seria amenaza contra sus defensores tradicionales, la oligarquía, el ejército y la Iglesia.

Cartel republicano de Renau sobre el decreto de 7 de octubre de 1936, que permitía a los campesinos sin tiera expropiar los latifundios improductivos. Imagen de la web de S.B.H.A.C., Sociedad Benéfica de Historiadores Aficionados y Creadores
Acabar con estas amenazas pasaba necesariamente por la eliminación de los líderes de partidos y sindicatos y de una importante proporción de la base social que había votado en 1931 a favor de un cambio en las anquilosadas estructuras de poder en España. Y al mismo tiempo por reponer a las elites tradicionales en su posición hegemónica. Esta depuración se manifestó, sobre todo en los primeros meses, en fusilamientos y asesinatos masivos, que les libró de los elementos hostiles al golpe y de la posibilidad de cualquier resistencia armada.

Para justificar tanto horror y, al mismo tiempo, ocultar los orígenes clasistas de la guerra, Franco empezó por dejar de calificarla como “Guerra Civil” para denominarla como una “Cruzada” contra el infiel. No combatían españoles contra españoles, sino españoles y antiespañoles o “nacionales” y «rojos» (extranjeros), ajenos a la idiosincrasia nacional. Por tanto había que exterminarlos.


El fin, por consiguiente, era la salvación de España y la regeneración nacional, y el método requerido, una estricta depuración. El caos social y político existente – no mayor, al decir de muchos historiadores, del que había habido durante la monarquía con gobiernos conservadores- y una supuesta inminente revolución marxista – llegaron a falsificar documentos al respecto como demostró concluyentemente H. R. Southworth (1)- justificarían el llamado “Alzamiento Nacional”, nombre con el que se empezó a denominar a su preventiva y patriótica intervención.


"El Movimiento Nacional", edificante ilustración del libro "Madre España" de E. Basabé, editado por los jesuitas en 1964 y utilizado hasta principios de los 70. Imagen de la web Mi gato es bizco
Pero todas aquellas justificaciones morales e ideológicas no eran nada si la cruzada, como sus homólogas medievales, no estaba bendecida por el Papa. Por ello los sublevados tuvieron que acudir a la Iglesia católica en busca de la legitimidad de la que carecían.

La Iglesia, que había sido una de las instituciones más afectadas con la llegada de la República, no titubeó. Asustada por el anticlericalismo manifestado en la quema de iglesias y conventos y el asesinato de sacerdotes y religiosas pero sobre todo deseosa de tomarse el desquite por la pérdida de su poder en un campo que siempre había sido suyo, el de la enseñanza, se puso del lado de los insurgentes desde los primeros disparos.



La propia Iglesia fue la causante de gran parte de las manifestaciones populares de anticlericalismo. A poco de proclamarse la República, el cardenal Segura publicó una carta pastoral, dirigida a los obispos y fieles de España, en la que, invitando prácticamente a movilizaciones masivas, les pedía “no sólo oraciones privadas por las necesidades de la Patria, sino actos solemnes de culto, preces, peregrinaciones de penitencia”. Hacía también un cálido elogio del destronado rey, Alfonso XIII, que, “a lo largo de su reinado, supo conservar la antigua tradición de fe y piedad de sus mayores". El tinglado se les venía abajo. Imagen de la web Fotos de tiempos pasados
Esperando conseguir unos suculentos beneficios, comenzó a fomentar un enfrentamiento maniqueo entre Dios, los valores tradicionales hispanos y el Bien de un lado, contra el marxismo ateo, la revolución y el Mal de otro. Era un enfrentamiento a muerte entre los “con Dios” y los “contra Dios”, entre el “espíritu” y la “materia”, entre la Bestia y el Ángel de José María Pemán, el cantor del bando nacional.

De nuevo se trataba de una guerra que enfrentaba a cristianos e infieles, como en las cruzadas medievales y en la Reconquista española. Poco importaba que Franco hubiese traído varias decenas de miles de tropas marroquíes “infieles” a Cristo y fervorosamente fieles a Mahoma. Para reclutarles se utilizó, además del reclamo económico, el argumento de la guerra santa. Se les dijo que iban a pelear en una guerra santa, en nombre de un Dios único, al que los republicanos querían quemar y eliminar de la faz de la tierra. Para Franco no había contradicción pues “Todos los que combatimos, cristianos o musulmanes, somos soldados de Dios contra el ateísmo y el materialismo” (2)


Fue así como la sublevación de unos generales pasó a ser, por obra y gracia de la bendición eclesiástica, una “Cruzada por Dios y por España”. Y la guerra civil que había ocasionado se convirtió en una guerra necesaria, “bellum sacrum et justum”.

15 de julio de 1099. Godofredo de Bouillon, uno de los caudillos de la 1ª Cruzada, al grito de "Dios lo quiere", conquista Jerusalén, ciudad santa para tres religiones. Imagen de la web Iberika
Esta exaltación de la guerra como “santa violencia” venía de lejos en España, país que aunque no estuvo presente en las cruzadas de ultramar tenía una larga tradición de Cruzada contra los “moros” que tenía en su propia casa. La “Cruzada” nacional guardaría pues muchas similitudes con las campañas militares para la reconquista de Tierra Santa.


Como en aquellas, los “cruzados” nacionales entraban en combate al lado del gran señor de las batallas españolas, Santiago, montado en un caballo blanco, dando gritos motivadores
como “¡Viva Cristo Rey!”, “¡Viva España!”, “¡Santiago y cierra España!”…y bajo los estandartes desplegados de sus Órdenes Militares, la Falange con su haz de flechas y el Requeté con sus aspas de Borgoña.
“En España hay tres banderas: la Nacional, la de Falange y la de los requetés” El Parvulito. Alvarez, 1960. Imagen de la web Mi gato es bizco
No habría cruzada si no hubiera infieles, si no hubiera enemigos de la fe. Para los cruzados de la causa nacional estos eran incontables: socialismo, anarquismo, marxismo, comunismo, judaísmo, masonería…La Tierra Santa se encontraba amenazada por “hordas revolucionarias”, “turbas marxistas”, “milicias rojas”… que actuaban en solitario por la infiltración de “agentes soviéticos” o en clara connivencia conspirativa judeo-masónica.


Como toda cruzada, la de Franco tenía también, como mencionaba en sus primeros discursos y declaraciones, sus mártires y sus santos lugares. Estos eran, entre otros, “Zaragoza, la Inmortal” (3), “Málaga, la Mártir” (4) o “Toledo, la gesta del Alcázar” (5). Los mártires fueron “infinidad de doncellas violadas y martirizadas en Andalucía y Extremadura” aunque también “se contaban por centenares los inmolados por los marxistas”.


Al igual que muchos de los cruzados medievales, que acudían al combate portando un
amuleto supuestamente milagroso que les protegería en la batalla, también los cruzados nacionales llevaban cosido al pecho un pedazo de hule en el que se representaba una imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Le llamaban "Deténte bala", ya que era creencia general que paraba los proyectiles que les disparaban.

Los requetés eran quienes ostentaban en mayor número los "Deténte bala". Regalos de sus esposas, hermanas o novias, ya los usaban en las 3 Guerras Carlistas en las que tomaron parte. Imagen de la web Mundo SGM
Por último, toda cruzada tiene sus héroes vinculados con el escenario de sus hazañas. Los héroes cruzados franquistas fueron el coronel Moscardó, en quien se habia reencarnado Guzmán el Bueno en el Alcázar de Toledo, el nuevo Sagunto. O el capitán Santiago Cortés, que había revivido a Viriato en el Santuario de Santa María de la Cabeza, la Numancia resucitada.

En fin, el propio Franco constituiría el mayor de los héroes, el jefe carismático que toda cruzada debe tener. No en vano, tan sólo siete días después de “alzarse” ya se autodesignaba como “Caudillo”.
Y empezó a ser comparado con el Cid Campeador, lider militar castellano del siglo XI cuyas hazañas fueron propagadas en leyendas que lo convirtieron en lider del nacionalismo cristiano.

Monumento al Cid, en Burgos. La estatua se comenzó a realizar en tiempos anteriores a Franco, pero fue él quien la inauguró en 1955, desde un balcón del Teatro Principal de la ciudad castellana. Imagen de la web Oh! Literatura
Fue el obispo de Salamanca, Enrique Pla y Deniel, en su famosa Carta Pastoral “Las Dos Ciudades”, el 30 de septiembre de 1936, el primero en legitimar el “Alzamiento Nacional” y la Guerra Civil dándoles el estatuto de “Cruzada por la Religión, por la Patria, por la Civilización”.

El Cardenal Pla y Deniel, que sucedió a Gomá como Cardenal Primado. Protagonista de muchas homilías que destilaban odio. La imagen es de una acto en Roma, en 1946 y está tomada de la web La Memoria Viva
La entrada triunfal de los cruzados franquistas en la “nueva Jerusalén” se simbolizó, al final de la guerra, con la celebración en Madrid de un Tedeum para confirmar al Caudillo, hombre carismático y providencial, “homo missus a Deo”, enviado de la Divina Providencia para la defensa de la patria y la fe.

Tras blandirla enérgicamente contra los infieles marxistas, Franco hizo entrega de su espada invicta al Dios de los Ejércitos, agradeciéndole la victoria concedida. Salió del templo bajo palio mientras que obispos y otras dignidades eclesiales, embutidos en su estolas y ropones, saludaban brazo en alto al más puro estilo fascista.


El Cardenal Gomá, Primado de España, recibe gozoso la espada invicta de Franco en la iglesia de Santa Bárbara de Madrid en 1939. Imagen de la web Todos los Rostros
Todos sonreían. No era extraño pues todos habían conseguido lo que querían.

Franco había justificado el baño de sangre que había ocasionado a sus compatriotas, el encarcelamiento de miles a los que aún no había podido matar (no importaba, tenía tiempo para terminar el trabajo) y el exilio a tierras extranjeras de cientos de miles de españoles desgarrados por dejar su país. Su largo reinado de terror quedaba santificado y legitimado por la Iglesia.


En cuanto a ésta, la jerarquía eclesiástica estaba exultante. El catolicismo volvía a ser la religión oficial del Estado. Todas las medidas republicanas que la derecha y la Iglesia habían maldecido fueron derogadas. Iban a recuperar todos sus privilegios. La espada y la cruz, en buena armonía, se disponían a imponer la unidad de la fe y de la nación.



Cartel republicano de 1937, cuyo autor es Pedrero. La imagen, de la web El Canto del Búho, se comenta por sí misma.
El régimen de Franco protegió a la Iglesia, la colmó de privilegios, defendió su doctrina y machacó a sus enemigos. Ambos caminaron de la mano durante cuarenta años. La religión sirvió a Franco de refugio de su tiranía y crueldad y le dio la máscara de “caballero cristiano”.

La Iglesia española, triunfante, se mantuvo aliada hasta que le convino, con un régimen asesino, construido sobre las cenizas de la República y la venganza sobre los vencidos.


Ya lo había hecho 1060 años antes al conquistar Godofredo de Bouillon la Ciudad Santa al grito de “¡Dios lo quiere!” ocasionando un baño de sangre entre la población. Una procesión de acción de gracias puso fin, tanto entonces como en 1939, a la “purificación” de la ciudad de los infieles.


Y así seguiría siendo,
per saecula saeculorum, ad maiorem Dei gloriam.

Fuente: Fusilados de torrellas